Cabañas recién pintadas, carteles nuevos, los pétalos que
comienzan a abrirse junto al asfalto: a uno y otro lado de la sinuosa ruta 40
asoman los primeros indicios del calor que llega.
Atrás quedaron el frío y la nieve. Al pie de la Cordillera,
puerta de entrada a la región patagónica Comarca Andina del Paralelo 42° ,El
Bolsón es una de las primeras localidades de Río Negro en disfrutar los
beneficios de la primavera.
“Es una de las mejores estaciones”, afirma Zaira, de regreso
en su terruño después de unos años en Buenos Aires, para abrir una pastelería
cerca del centro. “Los árboles revientan de flores y las primeras frutas
empiezan a brotar cuando en otros lugares todavía ni asoman”, completa.
Protegida del viento por el relieve de las cumbres andinas,
la localidad se entrega al verde intenso que dejaron las lluvias invernales.
“Todo resurge antes: la frutilla, la frambuesa, la rosa mosqueta y también
nosotros. Hoy estuvimos todo el día en remera”, resume Zaira. Bautizó “Alegría”
a su nuevo local, y no es necesario explicar la razón.
Zona de peregrinación para quienes huían de las grandes
ciudades en la época del “flower power” criollo, El Bolsón tiene una identidad propia,
aunque también es una buena excusa para hacer base y recorrer otras localidades
de la región. Parajes como El Hoyo, Las Golondrinas y Epuyén, el Parque
Nacional Lago Puelo y el cerro Piltriquitrón están a pocos minutos en auto y
ofrecen senderos para recorrer a pie. En el centro, el corazón del pueblo es la
famosa plaza Pagano, con la imperdible feria de artesanos y su lago artificial.
De la feria a la Cordillera
Por la mañana, el centro cívico despierta con la llegada de
los artesanos y productores a la Feria Regional. Aunque crece mucho de la mano
del turismo –basta darse una recorrida por los puestos abarrotados durante la
temporada alta–, esta actividad comercial tiene carácter permanente en El
Bolsón, y fuera de la temporada pico, la feria abre –con menos puestos– los
martes, jueves, sábados y domingos. En la oferta se integran los gustos de los
artesanos y los materiales de la zona. Relojes y cucharas de madera, muñecas de
tela y yeso, carteras o alfombras de cuero son algunos de los productos representativos.
Como los quesos, la miel, los hongos, los frutos rojos y las frutas secas, ya
que los alrededores están llenos de nogales. “Un buen lugar para venir con los
chicos. Nosotros paseamos, ellos corren y después todos comemos algo rico”,
cuenta Aram Dertlian, que visita El Bolsón con su esposa y sus tres hijas: plan
perfecto.
Hacia el norte, el Camino de los Nogales lleva por la
antigua ruta de acceso al pueblo, en medio de establecimientos productivos, con
plantaciones de fruta y lúpulo o criaderos de truchas. Se anda tranquilo y al
paso, con una parada cada tanto para curiosear bajo la sombra de los cipreses.
Al final del recorrido se llega a la cascada de Nahuelpan. Después del salto
desde la montaña, el agua sigue su curso por un arroyo que lleva el agua hasta
las chacras.
Al este, un camino de ripio de poco más de diez kilómetros
separa al centro de la ciudad de la base del cerro Piltriquitrón. La caminata
sendero arriba lleva hasta el Bosque Tallado, un homenaje de escultores de todo
el país a la naturaleza cordillerana: sobre troncos secos de lengas se tallaron
esculturas abstractas y realistas: siluetas de mujeres indígenas o de duendes,
entre otras imágenes. Así transformados, los árboles tumbados parecen volver a
la vida para integrarse al bosque y al paisaje que se abre, agreste, sobre el
valle. La caminata dura unos 45 minutos. Se recomiendan ropa y calzado cómodos
y evitar las horas de sol fuerte. Una vez más, las temperaturas primaverales
son el mejor aliado.
Hacia la Cordillera, el recorrido hasta la piedra “Cabeza
del indio” permite disfrutar de una fantástica vista al río Azul: a medida que
se asciende, el río va quedando abajo, en el valle, con esa tonalidad azulina
oscura que le da el nombre y que caracteriza a sus aguas nacidas en los
glaciares.
Un poco más lejos, la ruta 40 lleva, hacia el sur, a otras
localidades de la Comarca. Primero aparece El Hoyo , en medio de un valle de
chacras donde maduran las frutas finas y hace que abunden dulces y mermeladas
caseras. Se recomienda el paseo corto hasta la cascada, para apreciar la tierra
cultivada, donde los pequeños frutos aguardan el tiempo de la cosecha. Sobre la
orilla este del lago Epuyén descansa la localidad del mismo nombre, y al otro
lado, en la orilla norte, Puerto Patriada es una de las playas más lindas de la
zona, accesible desde El Hoyo.
Como si la propia naturaleza guiara el recorrido de los
viajeros, en Epuyén nace el río que corre hacia la Cordillera, bordea el cerro
Pirque y desemboca en el lago Puelo, cerca del límite con Chile. En el Parque
Nacional Lago Puelo, la selva valdiviana que ingresa en territorio argentino
por los valles se mezcla con el bosque patagónico, llenando el aire de colores:
desde el verde rabioso de las hojas del lingue hasta la tonalidad canela de los
troncos de arrayán. Junto a la orilla del lago, en el área recreativa y los
campings se cruzan pocos turistas, muchos de ellos de la zona o de otras
regiones australes. En la atmósfera pura florecen conversaciones tranquilas y
saludos amables, para interrumpir apenas el silencio, junto al suave murmullo
del agua.
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