Hoy
17 de octubre de 2012, en sesión del Concejo Deliberante de El Bolsón,
asistimos a un muestrario de sentimientos dispuestos a honrar a Eva Duarte de
Perón. Se dijeron palabras tales como pasión, amor, respeto, solidaridad y el
llamado a la concordia, a trabajar juntos por un país mejor. No se honró la
memoria de nadie con un minuto de silencio o con el recuerdo del día en
conmemoración. Se fue lisa y llanamente al objeto de la sesión que era el cambio
del nombre de la calle Roca por el de Eva Duarte de Perón “Evita”, como dice el
proyecto.
La
lucha de los pueblos originarios para el cambio del nombre de la calle Roca por
el del educador mapuche Don Casimiro Huenelaf, como una contra-cara del modelo ofrecido
por la cultura dominante nacional, y el sentido de esa lucha, se llevó puesto
el proyecto intentado.
Lejos
de hablarse de Evita, la sesión trató el cambio del nombre de la calle. Con la
profundidad expresada por los vecinos presentes. Y con la expresión de un
concejal que llamó a considerar los tiempos políticos y la coincidencia
política local, provincial y nacional como el argumento que le mereció
repetirlo en dos intervenciones diferentes, como si los principios pudieran
someterse a la especulación política.
Los
vecinos nos reunimos para hablar de principios, de genocidio, de reparación
histórica, de reivindicación de una lucha. La calle Roca no es cualquier calle,
como bien lo puntualizó una Concejal que adhirió a nuestro reclamo.
Se
llegó a decir que como Evita protegía a
los humildes entonces también protegía a los pueblos originarios, en un triste
silogismo. No faltó tampoco la pretensión de que se tuviera presente la
necesidad de poner el nombre de un familiar del edil parlante, a una calle.
Respeto
es escuchar, es poner la oreja para atender qué dicen los descendientes de las
víctimas del victimario que tenemos entronizado en una calle. Es sentir el
dolor que ellos manifiestan y reflexionar juntos cuál es la conducta a seguir. Es
reconocer la lucha del otro y acompañarlo.
En
lugar del necesario y previo debate, se insistió en la votación como si el
espíritu de Evita pudiere, por sí, obtener los votos para su inclusión en una
calle. No bastó.
Y
seguimos con la calle Roca, que nos recuerda todos los días que algo nos
debemos para evitar que se nos represente la ignominia del suplicio, de la
separación de familias originarias, de la entrega de mujeres y niños a familias
pudientes de Buenos Aires.
Es
nuestra convicción que nos debemos reemplazar esta calle por la denominación de
una persona indicada por los pueblos originarios que sufrieron esos tormentos.
María Teresa Hube, El Bolsón, Río Negro
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