Todos los años mueren 1,2 millones de personas a causa del tránsito en todo el mundo, dejando a sus familias y comunidades destrozadas por completo.
La mayoría de los que mueren son jóvenes, cuya presencia y aporte son muy necesarios para sus familias y para sus países.
El impacto de esos traumáticos acontecimientos es el costo acumulativo del sufrimiento, verdaderamente inimaginable, ya que cada año se agregan más millones a los millones de personas que se encuentran afectadas y cuyo sufrimiento se agrava por la respuesta inadecuada a su pérdida (1-4). Además del dolor emocional y psicológico, la pérdida de un familiar puede llevar a una situación de gran estrés económico.
En muchos países, los costos de una prolongada atención médica llevan a una familia a la pobreza, la pérdida de uno de los contribuyentes al sustento familiar o de la ayuda económica adicional para cuidar de las personas con discapacidades (1-3, 5,6).
A pesar de su magnitud, el problema de las muertes y las lesiones causadas por el tránsito y el sufrimiento de las víctimas ha sido ignorado en gran medida hasta ahora (1-3, 5, 7-9). Las tareas de ofrecer ayuda a las víctimas del tránsito y de tratar de cambiar actitudes destacando el intenso sufrimiento humano causado por las colisiones de tránsito y por la indiferencia de la sociedad, se
ha dejado principalmente a las organizaciones no gubernamentales para las víctimas.
En 1993, estas organizaciones comenzaron a celebrar un día anual en conmemoración de las víctimas del tránsito en el Reino Unido para hacer ver el impacto devastador de las muertes y las lesiones ocurridas en la carretera, así como la falta de apoyo ante esta situación. En la actualidad, este día se observa mundialmente.
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