Desarrollan helechos y bayas nativas bajo cubierta


Con 30 años de experiencia en el Vivero Forestal de Mallín Ahogado, dependiente del Servicio Forestal Andino, el ingeniero forestal Oscar Lebed encabeza el desarrollo de un proyecto para reproducir helechos nativos dedicados al mercado ornamental (y evitar su depredación en el bosque), por un lado; y otro de berries originarios (murta, calafate, parrilla grande y maqui), cuyos plantines irán a incrementar la vegetación de la Línea Sur rionegrina y las montañas de la Comarca Andina.


“Comenzamos a trabajar con dos géneros de helechos (Rumohra y Polystichum); uno es más ornamental y el otro más comercial (principalmente para coronas fúnebres). Ya tenemos las plantaciones hechas en uno de los invernaderos, que serán las planta madres y de allí saldrá la división de rizomas”, detalló ayer.

Más allá de limitar la extracción del ambiente natural, Lebed adelantó la posibilidad de que en un futuro próximo “sean los mismos pobladores quienes puedan cultivarlos en sus huertos, ya que hay demanda de un mercado importante”, aunque “implica también capacitación y conocimientos técnicos, ya que hay que cosechar determinadas frondas, que no tengan esporas”.
En tanto, en referencia al proyecto de bayas, subrayó que “lo integran varias instituciones: Servicio Forestal Andino, Inta Bariloche e Inibioma (Conicet y Universidad del Comahue)”.
“Cada una de las partes tienen funciones diferentes. En este vivero hacemos el cultivo de los plantines con la reproducción y multiplicación de las especies. Inibioma tiene a su cargo el estudio de las propiedades medicinales con su equipo de farmacéuticos; mientras que el área de etnobotánica trabaja con la gente en el campo para que las pueda cultivar y desarrollar con fines comerciales”, graficó.
Entre ambos proyectos, los fondos asignados suman unos $400.000 para ejecutar en un plazo de un año (con opción a dos), aunque es muy poco tiempo porque cuando se arranca de cero en ese periodo recién se está logrando una planta”, acotó.

Otras nativas

En coincidencia, el mismo vivero ofrece otras arbustivas como pañil, notro, retamo, radal, laura, chinchín y arrayán; más ciprés de cordillera, coihue, raulí, roble pellín, ñire, sófora y araucaria, entre otras.
Las plantas se producen desde semillas y gajos en dos grandes invernaderos. No utilizan fertilizantes y la tierra que emplean está compuesta por mantillo del bosque. Luego de sacarlas de la cubierta se las ubica en fosas donde se las riega por inundación con agua pura proveniente del arroyo cercano.
La atención al público, es de lunes a viernes, de 9 a 14.30. “Acá los asesoramos y retiran las plantas”, remarcó Lebed. La mayoría de los plantines (en su maceta, listo para trasplantar) tiene un costo de $100, aunque uno de ciprés cuesta solo $18.

Valor del bosque nativo

A criterio de Oscar Lebed, “tenemos que defender y proteger nuestros bosques nativos, porque de ellos depende la actividad social, humana y económica de la comarca. Desde nuestro lado, colaboramos con el la reproducción y multiplicación de algunas de las especies para su fomento, plantación y para que se mantengan y siempre sigan viviendo”.
“Por suerte la gente ha tomado conciencia de ello. Cuando comenzamos a trabajar en 1986, no se producían plantas nativas, solamente pinos Ponderosa, Oregón y Murrayana. Hoy el 55%  del vivero son nativas, eso quiere decir que la propia comunidad se ha apropiado del proyecto”, valoró.
Entre sus mejores recuerdos está “la plazoleta de avenida Belgrano, en pleno centro de El Bolsón, plantada en 1996 -en coordinación con el Proyecto Lemu, docentes y gente de la comunidad-, que hoy están lindas y grandes”, y que incluye cipreses, notros, araucarias y robles pellín”.
“Muchas de nuestras plantas son para ornamentación, jardinería y también para forestación a cargo de los productores de la zona”, remarcó.
Lebed coincidió enseguida en que “el símbolo de nuestra cordillera es el ciprés, cuyos ejemplares mayores llegan a ser centenarios. Es un árbol muy noble, que se ha explotado mucho y que debemos seguir plantando y protegiendo porque es una especie que ha sido muy intervenida. Aquí ponemos mucha energía en su reproducción”, resaltó.


El maqui, poderosa medicina
“Si encuentras maqui, no dudes en comerlo”, aseguran los cordilleranos en referencia a esta planta de fruto negro y sabor dulce, descubierta como “un poderoso antioxidante, pues contiene altas concentraciones de polifenoles, antocianinas y vitamina C, lo que ayuda a prevenir el cáncer y retardar el envejecimiento prematuro de las células”.
De igual modo, “ayuda a proteger las neuronas y aprevenir y tratar problemas neurodegenerativos, como el alzheimer. También es un excelente antiinflamatorio y analgésico natural”.

“Gracias a que ayuda a regular el metabolismo del azúcar en la sangre, es muy recomendable para diabéticos. Además es un excelente antiinflamatorio y analgésico natural”, confirman estudios a cargo de distintas universidades de EE.UU.

Entre otras propiedades, agregan que el maqui “posee propiedades termogénicas, es decir, aumenta la temperatura corporal, permitiendo quemar grasas. Su fruta es depuradora del intestino, ya que contiene mucha fibra. Limpia los riñones y las vías urinarias”.

De igual modo, la cultura ancestral de Sudamérica siempre utilizó las hojas del maqui para tratar quemaduras y una infusión de hojas sirve para tumores, heridas, garganta inflamada, fiebre y diarrea.


En la chacra de Mallín Ahogado, de 20 hectáreas, emplazada a la vera del arroyo del Medio, trabajan 5 personas. “Es toda gente muy capacitada, con muchos años en la actividad”, subrayó Lebed.

Dato:
$100 cuesta un arrayán listo para trasplantar.











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