Clara, nos cuenta con mucha avidez la
historia de este sitio arqueológico ubicado a 28km al sur de Puerto Montt,
Chile, Monte Verde es un yacimiento arqueologico con evidencias de
asentamientos humanos del pleistoceno tardío. Consta de dos
yacimientos: MV-I y MV-II. Hay restos datados 14.800 años
A.C cuestionando la "Teoría del Poblamiento Americano" que
fechaba la llegada del hombre al nuevo mundo hace 12.500 años.
Cuando en 1970 el campesino Juan Barría, de
Salto Chico reparaba un sendero de bueyes junto al estero Chinchihuapi,
encontró una mandíbula de casi un metro de largo, la mantuvo durante seis años
sin saber lo que era; en 1976 un estudiante de Maullín, Luis Verner haciendo un
trabajo de antropología social, le ofreció llevarlo a la Universidad de Temuco
para su estudio. La historia contada en primera persona por Clara joven
licenciada, nacida y criada en el lugar.
Era un hueso de mastodonte, pero un
antropólogo norteamericano que hacía en Temuco una investigación para la
Universidad Austral, Tom Dillehay notó marcas en el hueso que le llamaron la
atención.
En el verano de 1977 fue al lugar donde
Barría encontró el hueso, encontró más de una docena de piezas al parecer de
distintos animales del Pleistoceno, bien conservadas, cubiertas por turba; era
un lugar donde los lugareños carneaban. A pocos metros, en la misma profundidad
encontró los restos del campamento: un fogón de barro, herramientas de piedra,
puntas de flechas y lanzas hechas en piedra, estacas de una carpa, trozos de
animales carneados, yerbas medicinales, nudos de junco, utensilios varios y en
el lodo, la huella de un niño.
El fechado radiocarbónico indicó una
antigüedad de 12.500 años.
Tom Dillehay, excavó el sitio entre 1979 y
1984, y presentó su hallazgo en la Sociedad para el Progreso de la Ciencia en
Filadelfia, Estados Unidos.
El sitio Monte Verde,
a unos 30 km al suroeste de Puerto Montt (Chile), se encuentra sobre una
terraza antigua del río Maullín, la que en este punto fue erosionada
linealmente por un pequeño curso de agua pleistocénico (antiguo arroyo
Chinchihuapi) y luego cubierta parcialmente por el estrato portador de los
materiales culturales.
Se hallaron puntas de proyectiles,
fabricadas con piedras cuidadosamente talladas en ambos lados. Las personas
de Monte
Verde también fabricaron palos para cavar, morteros y herramientas de
hueso. Se extrajeron semillas y nueces de la tierra. Un trozo de carne de
mastodonte había logrado mantenerse intacto, como un resabio de la última caza
de los habitantes. Se encontraron varios coprolitos (materia fecal fosilizada)
humanos.
Vivían en un toldo soportado por maderos y
cubierto de cuero, y probablemente también alfombrado con pieles (como revelan
los restos de cuero encontrados en el suelo). El toldo estaba subdividido en
doce unidades modulares contiguas. Se calefaccionaban con fogones exteriores y
braseros interiores.
Las excavaciones revelaron la existencia de
un espacio plano y despejado, limitado por maderos, similar a
una "plaza", mide aproximadamente 3 metros de ancho por 5 de largo,
y estaba asociada con varios fogones que contenían semillas carbonizadas y
otros restos de plantas; y de otros diez fundamentos arquitectónicos de forma
rectangular, aglutinados en una disposición lineal paralela a una de las
orillas del antiguo arroyo. Fluían gruesos tablones de madera y troncos, los
que fueron asegurados en su posición por medio de estacas. Dentro de los pisos
ocupacionales de esas estructuras se encontraron diseminados pequeños fogones
delimitados por arcilla, artefactos de madera y líticos (incluyendo algunas
herramientas de piedra labrada).
Los monteverdinos también fabricaban
cordeles con hierbas, que eran parte importante de su desarrollo tecnológico, y
que ocupaban en la construcción de viviendas y en la manufactura de artefactos.
El descubrimiento de nudos fue fundamental contra el argumento de que la
colección de artefactos culturales y restos naturales podría haber sido un
accidente natural: los nudos en las estacas del toldo son complejos; son clara
evidencia del ingenio humano.
Afuera del toldo, tenían talleres, zonas
habilitadas especialmente para la fabricación de instrumentos, preparación de
alimentos y, presumiblemente, procesamiento de cueros. Trabajaban la madera y
la piedra en procura de sus artefactos. Cazaban con boleadoras y lanzas.
Manejaban un amplio repertorio botánico, y
usaban distintas hierbas para alimentación, usos medicinales y también,
presumiblemente, alucinógenos.
Algunas de las hierbas no crecían en los
alrededores del sitio, lo que podría ser evidencia de intercambio con otros
grupos humanos en otras zonas. Se cree que Monte Verde era,
según escribió Dillehay, "el campamento base permanente de una
población local constituida por varios grupos organizados en forma flexible,
pero dependientes entre sí. Un grupo residía permanentemente en el sitio; otros
deben haberlo utilizado en forma periódica". Entre aquellos que iban y
venían, Dillehay manifiesta la convicción de que una de sus actividades
primarias era la exploración de hábitats nuevos o poco conocidos.
Los pobladores de Monte Verde representan
una cultura de recolectores cazadores, diferente de la tradicional Clovis, que
había sido considerada desde la década de los cincuenta como la primera cultura
americana.
A este estrato de ocupación humana Tom
Dillehay bautizó como MV-I (Monteverde I); bajo este estrato hay otro: MV- II
(Monteverde II), donde se han rescatado 26 objetos datados alrededor de 33.000
años de edad. La magnitud de la datación ha sido tomada con mucha cautela por
los arqueólogos.
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