Llegada de la tucura sapo y nevadas vuelven a poner en jaque a los crianceros de Cushamen


Otro problema de los minifundistas apunta “a la falta de pasto” que habrá en los campos, en coincidencia con el nacimiento de chivitos y corderos. “Apenas recibimos 150 fardos desde el gobierno de la provincia, que solo alcanzó para 30 o 40 productores, cuando tenemos más de 400 y todos demandan”, indicó el jefe comunal.

El presidente de la comuna rural de Cushamen, Ricardo Millahuala, señaló ayer que “aún hay pobladores que están bajo la nieve y complicados por la parición de las chivas y ovejas, principalmente en parajes altos, como Mina de Indio”.

El funcionario sumó “la complejidad de los caminos de acceso, donde aún no se ha podido pasar la máquina. Hay lugares donde la gente está pidiendo poder entrar hasta sus campos, pero sabemos en las condiciones en que está Vialidad Provincial”.

Acerca de la presencia de la tucura/sapo en los distintos establecimientos ganaderos, recordó que “en 2020 era solo sobre la ruta, pero ahora están en todos los parajes. Todos los días salen cuadrillas con personal capacitado, con mochilas para fumigar los campos. Desde la comuna trabajamos  con CORFO, SENASA y las comunidades, pero no alcanza”, reflejó.

“Por estos días –agregó-, se aprovecha que todavía no caminan. Entonces están amontonadas y hay más posibilidades de atacar los nidos.  En nuestro ejido tenemos 17 parajes, y creo que solamente en tres o cuatro no hay tucuras, pero seguramente van a llegar”, anticipó. 


Acerca de las asistencia a los vecinos durante el temporal de nieve, Millahuala graficó que “no fue posible entregar mucho forraje. Nos siguen llamando para pedir pasto porque los animales se les están muriendo. Desde el municipio estamos tratando de comprar un poco más, apenas recibimos 150 fardos desde el gobierno de la provincia, pero solo alcanzó para 30 o 40 productores, cuando tenemos más de 400 y todos demandan”.

En otro orden, el jefe comunal se refirió al nacimiento de los primeros chivitos y corderos. Al respecto, recalcó que “seguramente será un panorama complicado para muchos de los crianceros, tanto por las nevadas como por las tucuras y la falta de pasto, ya que todos viven el año redondo de la lana, el pelo de cabra y los animalitos que puedan vender para las fiestas”.

Acerca de la posibilidad de declarar la emergencia agropecuaria para el departamento Cushamen, Millahuala precisó “seguramente desde la provincia ya estarán tomando medidas para ayudarnos”.

Las tucuras son insectos parecidos a las langostas, con una población que va aumentando mientras se desplaza motorizada por su voracidad, provocando grandes daños. En este caso, en la vegetación achaparrada propia de la meseta patagónica. Esta especie (bufonacris clarasiana) tiene la particularidad de no tener alas y desova en áreas pedregosas donde predomina el monte arbustivo, por lo que su desplazamiento no es el de una “nube” que se eleva en el cielo como ocurre con sus parientes los saltamontes, sino que se arrastra. En consecuencia, su control se complica cuando llega a la etapa de adultez y arrasa con el pasto y todo lo que encuentra a su paso.

Última invasión

La última gran invasión fue en la primavera de 2019, cuando por los caminos de tierra aparentaban ser un verdadero ejército marchando e impresionaba por su aspecto “de seres de otro planeta, o surgidos de una película de ciencia ficción jamás imaginada”. 

Fueron millones y millones de tucuras que invadieron y alfombraron los campos por donde arrasaron con el pasto reservado para las chivas y ovejas. También se comieron las hojas de los sauces y álamos, aniquilaron la verdura de las quintas; contaminaron los pozos de agua; treparon por las paredes y condicionaron la vida de los pobladores de los parajes El Tropezón, Blancura, Ranquil Huao y Colonia Cushamen, entre otros.

 “Cada mañana, cuando abro la puerta de mi pieza, me encuentro con cientos de tucuras queriendo entrar. Tengo el baño afuera y las tengo que barrer para poder usarlo. Voy a la cocina y los vidrios están llenos, se suben a todos lados. También están en el leñero, en los corrales y hasta en el palo de la escoba”, indicó por entonces la pobladora  Damiana Tranamil.

Otro de los minifundistas, Marcelo Lino, explicó con lágrimas en los ojos que  “esta plaga da mucha impotencia. Es una situación muy triste y muy difícil de soportar y hasta me sorprende que ya nos estemos acostumbrando a convivir con esto. Hay veces que me pongo la mochila al hombro y subo al caballo para fumigar, pero está el peligro permanente de que los corderitos y los chivitos toquen el pasto con el veneno. Uno no sabe si salvar la hacienda o matar la tucura”.







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