La autopsia concretada en la morgue judicial de San Carlos de Bariloche habría arrojado como resultado que la muerte del campesino Claudio Figueroa (52), ocurrida el lunes pasado en El Foyel, se produjo después que sus victimarios le aplicaron dos golpes, uno en la nuca y otro en el parietal izquierdo, que le destrozaron el cráneo.
Para el cometido, previamente habían cortado un palo de laura (una madera dura nativa), de aproximadamente 80 centímetros de longitud, que hasta se tomaron el trabajo de pulir.
Tras cometer el crimen, arrojaron al aire el garrote desde la puerta de la vivienda, que quedó disimulado en un arbusto, aún con rastros de pelos, sangre y hasta huesos del occipital de la víctima. Fue detectado por los policías abocados al rastrillaje del cuerpo, que finalmente apareció semienterrado en una letrina, y disimulado con chapas, cal y tierra.
Otra prueba contra un joven del mismo paraje, identificado como V.M., de 18 años, imputado por el delito de homicidio, es que arrojó una remera y un pantalón con rastros evidentes de sangre, en un baldío que está frente a su domicilio y a escasos 50 metros del terreno donde se cometió el asesinato. Previamente habría tratado de lavar las prendas, pero quedaron con manchas hemáticas evidentes.
El otro detenido es un changarín procedente del Chaco -también involucrado directamente en el caso-, quien reside desde hace pocos meses en la comarca andina y ya estuvo detenido en dos ocasiones por haber participado en tomas de tierras en El Bolsón.
Testigo
En tanto, la pareja de este último, madre de una criatura de corta edad, quedó afectada al expediente judicial en calidad de testigo, luego de prestar declaración ante el juez Ricardo Calcagno.
El caso despertó indignación y estupor en toda la comarca andina, toda vez que Figueroa -perteneciente a una familia numerosa y de raigambre centenaria-, era una persona muy apreciada en su comunidad.
Figueroa padecía algún tipo de enfermedad nerviosa, que lo obligaba a estar permanentemente medicado.
Acerca del móvil de sus asesinos, todo indica la intencionalidad de usurpar su propiedad, ante la presunción de que nadie se preocuparía por la suerte del poblador rural.
Fue así que ante la requisitoria policial, los imputados insistieron una y otra vez que el mismo lunes habían comprado el inmueble en 30.000 pesos y que desconocían el paradero del dueño anterior, aunque presumiblemente habría "viajado al sur".
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