En octubre pasado pronunciaba públicamente mi postura como
responsable de cultura al eventual traspaso del edificio donde funciona el
área. En aquella oportunidad, autoridades del poder ejecutivo saliente
insistían en entregar el remodelado edificio del club El Refugio a componentes
de la entidad.
La situación generó mi interés de exponer conceptos sobre lo que
significaría la entrega del edificio El Refugio. Entonces decía que la sede
retornará a manos de su comisión directiva y Cultura deberá volver a su
original casa de Roca y Saavedra, sede histórica del área. También, ante una
decisión que respondía al “compromiso” asumido años atrás por la autoridad
política con integrantes del club, cuando la municipalidad dispuso remodelar el
viejo edificio de Merino 3270, invirtiendo horas de trabajo y erogando dinero
para el manteniendo en todas sus formas: servicios y gastos, para su
funcionamiento. Decisión que fue tomada ante la evidente inactividad de la
sede, que por años quedó al desamparo, en total abandono y con el riesgo de
ocupación; basta recordar cómo estaba el edificio. En tal sentido, procedí a
comunicarlo a la población y en especial a productores culturales que, a decir
verdad, a nadie importó. Ni siquiera a la transición política que daba paso a
otro gobierno y que hoy ha manifestado su decisión de entregar el edificio,
también por “compromiso”.
Vale recordar que
en esas instalaciones, durante mi gestión, se reubicaron espacios de todo el
mobiliario para mejor funcionamiento del área; se pintaron los salones y se
fortaleció el sistema eléctrico como también se tecnificó el sistema de comunicación. Allí fue instalado
el equipamiento técnico y transmisores digitales de la emisora de frecuencia
modulada de Radio Municipal El Bolsón que, dicho sea de paso, la actual gestión
de gobierno cerró sin ninguna explicación y contradiciendo su postulado
político en la plataforma proselitista.
La historia se
repite. Entregar el edificio es dejar, lisa y llanamente, a cultura sin
espacios. Lo que provocará su definitivo impacto en la sociedad cultural. Ni
hablar de donde iría parar el volumen de piezas de arte que entonces fueron
recuperadas gracias a la participación de artistas y pobladores, como también
del volumen administrativo logrado que por primera vez en la historia del
estado legitima cultura. Quizás todo sea por el capricho de un ciudadano que no
cesa se adjudicarse el club como propio cuando ningún otro “miembro” se ha
expresado hasta hoy de manera pública ¿con quién, entonces, el poder político
hizo acuerdos?
Sigo sosteniendo
que El Refugio es patrimonio cultural del pueblo de El Bolsón por la historia
que entraña y por el fundamento que la municipalidad le otorga. Debería, a mi
criterio, ejecutarse como tal mediante
la fuerza de ordenanza que preserva los edificios históricos a través del
Concejo Deliberante y el Poder Ejecutivo proceder a su expropiación. O bien
mediante el llamado a una consulta popular. El pueblo debería exigirle a los
componentes de la comisión del Club El Refugio las actualizaciones de actas de
todos estos años que fundamentan su actividad, la personería jurídica y los
balances de todos estos años sobre lo realizado como entidad social. Sólo así
permitiría balancear y definir su situación antes que ese espacio de cultura se
transforme en un establecimiento de diversión nocturna.
Por aquellos meses
de 2011 mi clamor expresaba que en nuestro país la historia de los gobiernos ha
marcado a las áreas de cultura en un volver a empezar sin destino por la falta
de políticas de estado y por ende, de presupuestos y programas. Solamente el
conjunto de la sociedad luchando por sus valores y por el bien común podrá
reafirmar su identidad exigiendo espacios definitivos para el desarrollo
cultural de su gente.
En definitiva, El
Refugio es patrimonio del pueblo de El Bolsón y no de un puñado de nostálgicos
que poco y nada hicieron por su propia existencia social ni para mantener
vigente y luminoso el único edificio cultural por excelencia de toda la
región.
Ángel Daniel Morales
Ex director de cultura

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