Graciela, Gisel y Vea son las coordinadoras del grupo Arcoíris
que contiene las tejedoras que funcionaban en la mini fabrica hasta que esta se
cerró, hoy cobijadas en el centro de integración comunitaria del barrio Primavera,
enseñan y revalorizan la esencia del arte de tejer en telar o a dos agujas pero
sobre todo como muy buena onda entre las jóvenes de corta edad y las mas experimentadas
como doña Marcelina que ya cuenta con más primaveras haciendo verdaderas obras
de arte con la lana.
El grupo nace desde la buena intención y las ganas de colaborar
con la comunidad y apoyara a otros grupos como las tejedoras, “somos un grupo
que brinda talleres rodantes como este que brindamos en el CIC del primavera”, explicó
Gisel.
“La intención fue la de generar un espacio para que las mujeres
se pueden juntar en principio de una hora y media y después varias señales nos
hicieron pensar en el tejido de lana de oveja y que estaba pasando en El Bolsón
es allí que empezamos a buscar y fuimos dando con Marcelina, con Virginia y las
demás tejedoras”, explicó Vea.
El grupo de tejedoras de El Bolsón funcionaban en la mini fábrica
hasta que el edificio fue desalojado para construir allí la casa de la cultura
del bicentenario, hecho que nuca se llevó a cabo y hoy después de una recuperación
funciona provisoriamente la casa de la cultura.
Marcelina como las demás
tejedoras que trabajaron años en la mini fabrica ansían poder recuperar ese, su
espacio y están esperanzadas en la promesa que les hizo el intendente Ricardo García,
que una vez que este terminado el nuevo edificio de la casa de la cultura las
tejedoras volverán a la mini fabrica, “queremos recuperara la mini fabrica que nosotros
la fundamos, yo trabaje 17 años en esa mini fábrica”, expuso la abuela mientras
que Marcelina otra tejedora de la santiguas sostuvo , “yo hace 38 años que
estoy allí con Cumei Antu y de un rato para otro nos tiraron a la calle nos
dejaron sin lugar con mentiras porque dijeron que el 2 de mayo se empezaba a
desarmar pero fue puara mentira para sacarnos nada más”, explicó Marcelina.
La actividad del tejido es tan vieja en la cultura del ser humano
como su misma necesidad de supervivencia, nos cuentan, el hombre al
evolucionar, desarrolló herramientas guiado por su instinto de conservación.
Las distintas características del clima le hicieron crear
una defensa para su cuerpo, naciendo así el uso de pieles que con el transcurrir
de los tiempos se manipularon hasta llegar al uso de pelos y lanas de los
animales con los que de alguna manera convivían.
Los pueblos originarios transmitieron sus técnicas, las que
algunas llegaron hasta nuestros días, sumándosele en nuestras tierras el aporte
de la inmigración europea, las que unidas a la tecnología moderna, hace que el
tejido en sus distintas texturas sea una parte de la cultura de los pueblos y
las tejedora del Cumei Antu son una clara exposición de esta puesta en valor.
Las actividades se van acrecentado conforme el grupo se
consolida y tiene en el horizonte no solo disfrutar de enseñanzas cruzadas de
como teñir con raíces las lanas naturales sino también realizar una exposición y
venta de los elaborado como también poner a la venta el trabajo en distintos
comercios de la región.
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