El geólogo Tomás Cané advirtió ayer que “tenemos que acostumbrarnos a vivir con temblores y volcanes, somos un pueblo andino”, al tiempo que pidió tener “especial cuidado con la falla Liquiñe-Ofqui, que puede despertar a
otros gigantes dormidos”.
Tomás Cané, radicado en Lago Puelo desde hace varias décadas, advirtió
ayer sobre los 40 volcanes activos existentes en un radio de 250
kilómetros, del lado chileno y “montados sobre una falla que es
producto secundario del empuje de la placa tectónica del Atlántico
sobre el Pacifico y con probabilidad de entrar en erupción, todos
están sometidos y sujetos a los sismos”.
El geólogo consulta, quien además se desempeña como funcionario del
municipio puelense, es autor de un mapeo de los volcanes de la región
alertando sobre las amenazas más significativas para el corredor de
los lagos, donde “se ha tomado una gradación, una área de incidencia
cercana donde prefabricamos una lista con los grados de peligrosidad,
aunque la posibilidad de previsión se condice con un monitoreo
permanente, al día, al minuto”, según detalló.
De igual modo, ante criticas recientes hacia el gobierno argentino
sobre disponibilidad datos previos y precisos sobre la actividad del
Puyehue (hace 10 mese), Cané dedujo que “cuando no podemos encontrar
explicaciones, podemos echar la culpa a lo primero que se nos ocurre,
y que en otros tiempos dieron lugar a las brujerías”.
En referencia a las alternativas de alerta temprana, el experto se
remitió a la función del Observatorio Volcanológico de los Andes del
Sur (Ovdas), del Sernageomín, y aseguró que dependemos “de que los
vecinos chilenos nos estén pasando la información de sus cámaras web y
microcensores visualizan a diario si se produce algún escape de gas o
fumarola, que evidencian que va a haber algún tipo de movimiento”.
Tras aclarar que no hace monitoreos por su cuenta, “porque no tengo
instrumental como microsensores sismicos instalados en la cordillera”,
comparó que “es como estar permanentemente con el estetoscopio, como
si fuéramos médicos cardiólogos escuchando el corazón, en este caso
con el oído puesto en el interior del volcán”.
Valoró que “Chile tiene una muy cerrada y nutrida red de monitoreo,
toda vez que tiene identificados más de 2 mil volcanes, es un terreno
absolutamente propicio a tener terremotos y erupciones”, recordó.
“El día de la erupción del Puyehue (sábado 4 de junio de 2011) se
produjeron alrededor de 260 sismos importantes y más de 130
microsismos por hora, casi imperceptibles para el ser humano, solo
captados por la sensibilidad de esos aparatos”, comparó.
Falta, falta
En cuanto al desarrollo de la vulcanología en el país, detalló que
Argentina “sigue escuchando a través de los oídos chilenos” y que “no
tenemos el instrumental adecuado porque no tenemos la amenaza de
volcanes de nuestro lado“.
A su criterio, “durante el periodo de Michelle Bachelet las relaciones
eran tan fluidas que la información corría fácilmente desde el
Sernageomin”.
En cambio, “con la asunción del presidente Piñera, comenzaron a
recomponer todos los sistemas de contralor con gente nueva, que
hicieron que Chile se abocara a mirar para adentro. Entonces los
argentinos pasamos a ser una suerte de espectadores”.
Acerca de la realidad nacional en la materia, Tomás Cané subrayó que
“seguimos sujetos a lo que registre el INPRES, que es de sísmica y
está en San Juan”.
Agregó “a unos muchachos geólogos que se están dedicando a estudiar
los volcanes, pero son de la Facultad de Ciencias Exactas de la
Universidad de Buenos Aires y vienen en gira a visitar el macizo
andino. No hay un monitoreo constante”.
Con todo, reclamó para el corto plazo “armar las instituciones
indispensables con la tecnología y la aparatología suficiente”.
Cordón Caulle en alerta amarilla
De acuerdo a lo informado por el Observatorio Volcanológico de los
Andes del Sur (OVDAS), se levantó la alerta roja por la actividad del
complejo volcánico Puyehue-cordón Caulle y se cambió por alerta
amarilla.
Se consignó taxativamente que “la sismicidad registrada en el complejo
volcánico cordón Caulle continúa con tendencia a la disminución,
permaneciendo con un bajo nivel de actividad y energía, comparado con
meses anteriores, pero aún sobre el nivel de base. Esta condición,
unida a la ausencia de tremor y bajo nivel de actividad eruptiva
indica una cierta estabilidad en el sistema volcánico. No obstante,
las posibilidades de eventos explosivos menores aún permanecen”.
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