La cosmovisión indígena, la cultura ligada a la naturaleza y sus fuerzas espirituales, fue suplantada por las prácticas depredadoras hacia la madre tierra y hacia los seres humanos. Fue también un genocidio de la diversidad, del otro, de aquello que se veía distinto a los ojos del depredador. La vida que hasta ese entonces tenía un alto valor, comenzó a tener precio.
Hoy, América nativa y mestiza tiene por delante dos caminos: seguir el paradigma de la devastación, de la explotación del planeta y la exclusión histórica de la cultura indígena o elegir el camino del respeto, de la sabiduría de sentirnos parte de la red de la vida, parte de la trama que incluye todos los colores y valora todas las visiones que honran la vida.
Viedma, 11 de octubre de 2012.
Prensa Bloque Progresista CC ARI
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