Por estos días algunas cartas de lectores
insinúan que los acuartelamientos de las policías provinciales tienen que ver
con una eventual “crisis” social en la Argentina.
Aprovechan los comentaristas
para denostar al gobierno y al “modelo económico”. En esta linea aparecen en
escena un sinnúmero de hechos, algunos muy atendibles y otros exagerados al
límite de lo irracional. Pero afortunadamente el “modelo” sigue en pié y se
robustece cada día más en función de las correcciones necesarias que se vienen
haciendo. Que todavía existe trabajo en negro es innegable, que la inflación no
es del todo manejable es cierto, que los cuadros inferiores de las fuerzas
policiales estan por debajo de un salario digno no es opinable, pero de ahí a
presentarse como calamidades sociales que ameriten robos y disturbios por
doquier, se está muy lejos. Se podrían
ennumerar los logros del “modelo” que dan por tierra cualquier interpretación
de caos social pero que atento a que no es el objetivo de esta carta, prefiero
obviarlo. Lo que creo conveniente decir es que los reaccionarios de ahora y de
siempre pretenden que el gobierno baje sus derechos inalienables de independencia
del poder económico local e internacional, que baje el “gasto” público, es
decir no subvencionar más el gas, la electricidad, el transporte, el
combustible, que elimine el ingreso por hijo, que devalúe la moneda cediendo a
las presiones de los agro exportadores y que vuelva en definitivas a las
recetas neo liberales que tuvieron como corolario fatal a diciembre de 2001.
Como el Gobierno insiste en distribuir cada vez más la riqueza, las usinas del
desánimo devenidas desestabilizadoras seriales,
pretenden presentar hechos aislados presentados bajo la misma matríz de
acción, como la consecuencia de un
supuesto malestar social. Algunos medios, cuyos propietarios son los mismos
propietarios de las mayores concentraciones económico financieras del país, han
utilizado la distorsión, el ocultamiento y la mentira para crear el peor de los
climas. Valga como ejemplo la idéntica foto de alguien que robaba un colchón y
que aparecía la misma foto con el nombre de cuatro provincias distintas, como
si ello estuviera sucediendo en todas las provincias, cuando solo le cambiaban
el título. Volviendo a los acuartelamientos, no se puede negar que la fecha
escogida, la complicidad de algunos uniformados con bandas organizadas, más
algunos que todavía no adquirieron valores de convivencia, se sumaron para
hacerle creer al país y al mundo que las cosas están mal en la Argentina. Más
allá de la amargura expresada en alguna carta de lectores, sí tenemos mucho que
festejar. Treinta años de democracia resistiendo intentos de golpes militares
en los albores de la democracia y los intentos desestabilizadores del poder
económico en la última década y comenzar a ejecutar programas llenos de
reivindicaciones populares y de ampliación de derechos, no es poca cosa. Abogar
por la paz, rechazar la violencia en los hechos y las palabras nos acerca a
posibles entendimientos, a no ser que se esté procurando otra cosa. Néstor
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