“Entraron a pedirme cigarrillos, cuando les dije que no tenía, uno me agarró del cogote y el otro de las piernas. Me llevaron hasta la cocina y me sentaron en un banco, donde me metieron un trapo en la boca para que no grite y me zamarrearon y pegaron por todos lados para que les de plata. También me pedían la llave del negocio porque querian encerrarme”, contó la mujer al tiempo que mostraba las marcas en su cuerpo.
“Cuando vendo algo –agregó- pongo la plata debajo del hule de la mesa. Tenía como $5000 de las garrafas, porque soy la única que vendo en el barrio, y finalmente les di eso. Menos mal que todavía no había ido al banco a cobrar la jubilación, que ahora con el aumento son $6000 y que ese día había pagado el gas que me dejó la cooperativa”, detalló la mujer, que no sería esta la primera vez que sufre un robo violento.
“Estos tipos rompieron todo, me dieron vuelta la pieza y pusieron en un bolso un montón de ropa. Me tiraron del pelo para pedirme más plata. ‘Viste que no te lastimamos’, me decía el más gordito, pero se llevaron la poca mercadería que había en la despensa, casi todos los vinos del estante”, graficó.
Aseguró enseguida que “al más flaco lo conozco, hace varios años le daba fiado. El otro gordito es cuñado de una vecina, tenía una campera azul y pantalones caqui; entró medio borracho y me amenazó con que me iba a pegar un chumbo, que tenía un revólver. La policía vino enseguida cuando llamó el hijo del vecino, incluso los vio irse con los bolsos al hombro”.
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