24 de marzo: conocer la Verdad a través de la Memoria

Resultado de imagen para 24 de marzo: conocer la Verdad a través de la Memoria“Algunas personas piensan que de las cosas malas y tristes es mejor olvidarse. Otras personas creemos que recordar es bueno; que hay cosas malas y tristes que no van a volver a suceder precisamente por eso, porque nos acordamos de ellas, porque no las echamos fuera de nuestra memoria”.


Así explica la escritora para niños Graciela Montes su concepción de la memoria, en uno de sus tres libros para adultos, “El golpe y los chicos”.
Existe una Memoria que guarda los silencios, las voces, los relatos, los hechos; los verdaderos hechos. Y es la trama necesaria de la historia para conocer la Verdad y hacer Justicia.
Si bien los golpistas llamaron a su Gobierno “Proceso de Reorganización Nacional”, lo que se impuso fue una dictadura cívico militar que ejerció el terrorismo de Estado sobre la ciudadanía.
Fue un Gobierno de facto que implementó una forma de violencia política que, usando los recursos del Estado, buscó eliminar a los adversarios políticos a quienes llamó “subversivos”, amedrentando de esta manera a toda la población, dado que, según ellos, todos podíamos ser “subversivos”.
¿Y cuáles fueron las características específicas del terrorismo de Estado en la Argentina? Para terminar con las experiencias políticas que anhelaban la transformación social en nuestro país, la última dictadura implementó una metodología represiva: la desaparición sistemática de personas y el funcionamiento de centros clandestinos de detención, lugares donde mantenían cautivos y bajo tortura a los secuestrados.
Ahora bien, ante semejantes niveles de violencia, una sociedad tiene en algún momento de su historia que repensar, volver a mirarse, porque hay una historia distinta, que puja por manifestarse, porque es verdad y además, reclama justicia.
Entonces, aparece un contenido inagotable que quiere manifestarse: la memoria. La de todo un pueblo, que es una construcción que hacemos los sujetos sobre el pasado vivido o transmitido, a partir de momentos históricos específicos, impregnados por el tiempo, el espacio, las relaciones y prácticas sociales en los que dichos sucesos están insertos. A través de ella comprendemos la realidad, analizamos hipótesis, aprovechamos la experiencia de la humanidad, sus descubrimientos, sus logros o fracasos.
El ejercicio de la memoria es el basamento de nuestra inteligencia y el elemento vital de nuestra identidad. Pero “Memorizar”, no es lo mismo que recordar críticamente. Entonces, la memoria colectiva, no sólo pretende recordar el pasado, sino también, darle una explicación y un sentido al presente. Podríamos decir, entonces, que el pasado no permanece inmutable, siempre aparece dispuesto a ser moldeado por las ideas y experiencias del presente.
Los regímenes represivos reescriben deliberadamente la historia, negando las atrocidades para legitimarse. La búsqueda de la verdad contribuye a la creación de un registro histórico que impide esta clase de manipulación. Mantener viva la memoria e informar sobre los hechos, aunque sean dolorosos, es una forma activa de defender los derechos humanos y el futuro de todos. A través de ella es posible transformarnos como personas y como sociedad. No olvidar, es una tarea que tenemos como ciudadanos y como responsables del tiempo presente.
En este marco, las iniciativas de búsqueda de la verdad y preservación de datos son de gran utilidad para documentar y contribuir a la comprensión pública de las violaciones de derechos humanos pasadas.
Los monumentos, los museos y los actos conmemorativos son iniciativas educativas indispensables para el establecimiento de un registro irrefutable  para evitar la repetición de los abusos. Por lo tanto, es necesario ejercitar el recuerdo colectivo, abriendo un espacio de expresión y discusión, posibilitando la escucha de voces que analizan nuestro pasado, presente y nuestro futuro, y de esta manera nos ayudan a No Olvidar. Entonces, habrá que seguir operando sobre la memoria, conscientes de que en el futuro se debe garantizar que ésta no sea parte del olvido porque es el anclaje de los pueblos.
Es necesario apostar a una memoria que pueda interrogar desde el presente que transcurrimos sobre un conjunto de prácticas y saberes del pasado. Las víctimas de violaciones de los derechos humanos no olvidan y los Estados tienen el deber de preservar la memoria de esos crímenes, para que nunca más vuelva a instalarse la violencia como práctica política.











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