La calesita de El Bolsón, punto de encuentro de un pueblo que crecía pujante, hoy buscan rescatarla.


 

“Un pueblo sin calesita no puede ser”, se dijo Pepe Mazzini y se fijó la meta de conseguir una, hasta que le compró esta calesita a un político que la uso para una campaña en el año 1983. Desde hace 38 años está en el corazón de El Bolsón y ha sido el centro de alegrías de varias generaciones, hoy buscan volver a ponerla en marcha.


Jose Julio, Pepe, Mazzini es el propietario y primer calesitero, quien con el corazón hinchado de recuerdos y nostalgias nos cuenta la historia de la calesita Bolsonera, primeramente recuerda como consiguió el espacio, “que lindo poder hablar de esto que la hemos salvado pasando los años, porque esa esquina era muy codiciada, era un lugar vacío que la gente solía pasar y tirar alguna basurita cómo les gusta a los que le sobra algo del bolsillo y un día me contacte con el dueño y le dije a mí me gustaría poner algo que fuera como una placita o algo lindo”, nos cuente Pepe Mazzini con la mirada llena de recuerdos como si fuese hoy que contemplaba la esquina.

Esto fue hace 40 años, adelante Pepe e insiste, “porque aquí sería muy lindo que la gente no tirara la basura, sino que venga a jugar yo pensaba, además empezaba con Jauja heladería y pensé que tenía mucho que ver estar haciendo juego con lo lúdico qué es el helado y así también lo inventamos para que fuera gracioso y lindo”, cuenta Pepe.




Un pueblo sin calesita no puede ser

Mas adelante Pepe nos cuenta que de un día para otro la única calesita que había en El Bolsón fue vendida, “sucedió que la calesita que sí había en este pueblo estaba frente a la comisaría, alguien no sé en qué circunstancias la vendió y de un día para el otro no hubo más calesita entonces yo dije --un pueblo sin calesita no puede ser--, además tiene que estar al lado de Jauja porque más allá de lo simbólico y sentimental Yo tenía un negocio en marcha y pensé que una calesita al lado de una heladería era el sueño del pibe”, cuenta picaronamente.

Pepe recuerda que la calesita la vio de pasada en una ruta estaba afuera de la casa de un político que la había usado para una campaña, luego la desarmo y la dejo afuera de la casa, la vio y le dijo que si se la vendía el hombre se la dio y después de unos meses al verla arreglada y funcionando se la cobro.
Con los ojos llenos de recuerdos Pepe nos confiesa que su figura preferida es la del león que tiene unos dientes enormes que esta como diciendo te voy a comer, pero a su vez con una postura muy dulce, esto todo dicho en voz baja para que no se pongan celosas el resto de las esculturas que han paseado a varias generaciones de niños locales y turistas.

No solo los pibes

Con todo el bagaje de recuerdos jugando con los más chicos retaceando la sortija que era el pasaporte para una vuelta más, Pepe hurga en el baúl de las anécdotas y recuerda como de a poco fueron llegando los no tan chicos a la calesita, “Lo que más interesante era que la gente empezó a venir, los adultos empezaron a traer a sus nenes y algunos que venían solos porque ahí había banquitos donde se sentaban, no había un alambrado porque nadie vandalizaba hasta que empezaron, y estuvimos ahí jugando con los adultos que también venias, incluso le dábamos la sortija y prendió al idea de que los adultos tenían que venir a la calesita y logramos hacer participar al gente que jugara con esto”.

Si no hay inauguración no vuelvo

Finalmente, Pepe sentencio que si para este verano no esta lista no vuelve a la ciudad, al tiempo que se mostro orgulloso de que sus hijos hayan tomado esta iniciativa, “mis hijos, para mi gran orgullo están poniendo la en valor Cómo se dice o sea poniéndole unos mangos y continuando con la idea de que vuelva la sortija y la fiesta en la calesita, pero si no está para este verano no vengo”, sentenció mientras su mirada recorre los juegos que varios de ellos son los originales hechos por verdaderos orfebres que el compró allá por el 83 a un político con el resto de la calesita, muchos de ellos que recupero gracias a un contacto en Santa Fe.

Hoy no solo Pepe, sino que varios niños y grandes esperan que se vuelva a escuchar la música de un vetusto amplificador quizá alguna canción de Xuxa y la risa de los niños felices, esperemos que pronto podamos regresar a la calesita de El Bolsón.

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