Una réplica de la moto que llevó al Che por América se puede conocer en Puerto Blest



Una buena excusa para conocerla: se cumplen 70 años del mítico viaje de Ernesto Guevara.
El 4 de enero de 1952, dos jóvenes amigos iniciaban la aventura de un viaje que los cambiaría para siempre. Se trataba del biólogo cordobés Alberto Granado, de 29 años, y del rosarino Ernesto Guevara de la Serna, de sólo 23, que estaba a tres materias de ser médico.

“La Poderosa II” fue la moto que llevó al Che –antes de convertirse en el Che– a descubrir la “realidad”, la pobreza y marginalidad de América Latina. La motocicleta modelo Norton 500 M18 del año 1939, recibió aquel nombre porque había reemplazado a La Poderosa, una bicicleta con motor con que se habían movido antes.
Una réplica de La Poderosa II se puede ver en el parador del muelle de Puerto Frías. El Che y Granados,  para cruzar la Cordillera de los Andes, transitaron por ese mismo lugar, por el paso fronterizo Vicente Pérez Rosales, que se encuentra a muy pocos kilómetros de allí.

Se cree que la original terminó desarmada y vendida en partes luego de que dejara de a pie a sus conductores en Los Ángeles, Chile. Aquella moto de la marca británica fundada en 1902, había servido de vehículo militar en la Segunda Guerra Mundial. Entre 1939 y 1946, se fabricaron cerca de 100.000 unidades.
También, escenas de la película “Diarios de Motocicleta”, la cual trasladó a la pantalla grande el libro "Notas de Viaje", de Ernesto Guevara y cuenta en detalle la bitácora de la expedición, se filmaron en esa locación.  

Una oportunidad para conocer ese punto es en la excursión a Puerto Blest, saliendo en barco desde Bariloche.

De Bariloche a América

Granados y Guevara partieron de la Ciudad de Buenos Aires el 4 de enero de 1952. Llegaron a Villa Gesell dos días después donde pasaron una  semana. De ahí, enfilarían hacia el sur hasta Bariloche, adonde terminaría la parte argentina del recorrido. Ya se habían caído algunas veces (la cantidad de bártulos modificaba el centro de gravedad de la moto) y habían tenido que hacer varias reparaciones a La Poderosa II.

“A partir de aquí, Ernesto fue descubriendo a través de la Chile indígena, esa América profunda y empobrecida”.

Desde Peulla -cerca de Bariloche- empezaron a trepar por Chile hacia el norte. Para entonces, obviamente, La Poderosa II había cruzado más caminos de ripio que de asfalto.

En Temuco, mientras dejaban la moto en un mecánico, fueron al diario Austral donde les publicaron una nota con su foto bajo el título: "Dos expertos argentinos en leprología recorren Sudamerica en motocicleta". Y agregaban: "Están en Temuco y desean visitar Rapa-nui".
Cada vez que podía, Ernesto aprovechaba para conocer la realidad de los pobladores de primera mano, leer y tomar notas. En la ciudad chilena Los Ángeles debieron dejar la moto a la que ya habían cambiado el nombre por uno más acorde, "La Debilucha".

Cruzaron a Perú, entrando por Tacna y subieron hasta Puno, adonde navegaron por el lago Titicaca. Cuzco y Machu Picchu les hizo reflexionar sobre la historia de Latinoamérica y la invasión colonial.

Luego, llegaron en camión y en barco a otras ciudades por el Amazonas, antes de arribar al leprosario de San Pablo de Loreto, punto medular de su experiencia. A 1.100 kilómetros de Lima y en el limite entre Perú, Colombia y Brasil, era un lugar creado en 1926 para recluir a enfermos de lepra al que, recién en 1948, grupos religiosos llevaron personal y docentes para darles un trato más humano.

Pasaron por distintas ciudades y pueblos peruanos hasta Lima, adonde estarian 17 días junto al doctor Hugo Pesce Pescetto, eminente leprólogo, mentor de Ernesto, que los guió en su formación y asistió con techo, comida, ropa y movilidad.

En este leprosario enclavado en la selva amazónica, atendieron a varios pacientes y estudiaban con los médicos, pero también pescaban en el río y jugaban al fútbol con los enfermos.

El viaje continuaría en una balsa construida allí mismo y a la que nombrarían "Mambo-Tango". Ingresaron primero a Colombia y luego a Venezuela, visitando varios pueblos antes de llegar a Caracas, adonde a Granado lo retuvo un trabajo mientras Ernesto tomó un avión a Miami.  ANB









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