Alberto Forquera: protagonista y testigo de los cambios fundamentales en la Comarca durante la década de 1970



Alberto Marciano Forquera, mendocino radicado en El Bolsón a finales de los años ‘50, falleció hoy a los 87 años de edad. Su velatorio será durante la jornada del miércoles 25 de mayo y luego sus restos serán cremados, conforme su voluntad.

Su paso por las instituciones quedó impreso a lo largo de la década entre 1973 y 1983, que fue una bisagra para la región, cuando las transformaciones propias de la época trajeron el turismo masivo y la vieja aldea de montaña comenzó a tomar su perfil de ciudad.

Entre otras actividades, también fue un reconocido músico (fundador de “Las voces del Antigal”, entre otros conjuntos folklóricos que integró), además de cantante lírico. También fue uno de los organizadores de las primeras ediciones de la Fiesta Nacional del Lúpulo; fundador y el socio número 12 de la cooperativa telefónica y creador del primer centro ecológico de la zona, en 1978.

En su quehacer laboral, se desempeñó como empleado del Banco de la Nación Argentina. En la década del ’70, también estuvo ligado a la contabilidad de la empresa forestal Maderera del Chubut, administrando la economía de varias familias pioneras de El Hoyo, y como secretario de Gobierno en la etapa del intendente Juan Szudruk. Además, cumplió funciones como representante regional ante la Confederación Económica de Río Negro. 

Forquera fue un testigo directo de aquellos tiempos y su testimonio fue un aporte más que valioso para los estudiantes de la Escuela de Arte y Periodismo de la Comarca Andina, que en 2005 le hicieron la siguiente nota:

Economía regional

Según Alberto Forquera desde el año ‘73 al ‘76 se producen grandes transformaciones en toda la zona. “Esto era región, no comarca..., y nace debido a que de la noche a la mañana se ‘despiertan’ quince aserraderos en la zona.”

La causa de este fenómeno se debió a la construcción de la represa El Chocón-Cerros Colorados:”Cuando se comenzó a llegar a El Chocón se pagaba al contado y con un precio ligeramente inferior al que tenían Bariloche, Esquel o Trelew, que eran los mercados tradicionales de la zona. Entonces se acomodaron las máquinas de los aserraderos que vendían un camión por semana.”
“Los principales madereros eran Aleuy en El Hoyo, en la Catarata estaban los hermanos Breide, Federico y Pacífico Ponce, José Batiuk y los Szudruk. En esa época,  todos los aserraderos tenían producción similar, nadie superaba al resto, era todo muy estándar. Nadie decía que esto era una radicación de industrias, pero estaba despertando algo”, graficó.

Uno de los escollos para esta industria naciente era el transporte. Los camiones canadienses con los que se contaba y que llevaban hasta seis mil pies, no daban abasto debido a su lentitud: “Aquí cobra significación La Anónima de Esquel. Había un tal Fernández, que en ese entonces era gerente, que les posibilitaba a los industriales de acá la compra de camiones Dodge, camionetas Chevrolet y autos aptos para transitar los caminos de la zona e ir hasta El Chocón”. 

La venta de madera se había incrementado a tal punto que “a los empresarios locales comenzaron a darles créditos a dos años y éstos implementaban nuevas maquinarias en los aserraderos”. Sin embargo, luego pidieron volver a la sinfín “porque la circular comía mucha madera”.

 “Acá casi no había empresarios. Para llamar así a alguien se necesita primero un capital que pueda responder al proyecto básico y, segundo, tener la capacidad y la idoneidad para armar algo. Todo era improvisación nata, había una gran demanda y sobre ésta se actuaba”, señaló.

 Según Forquera, la venta por cada planta de unos nueve mil pies de madera por semana garantizaba una importante circulación de dinero en la región. La única empresa integral era la de Ramón de Errasti: “Un empresario visionario que, cuando surge la explosión de los aserraderos, ya tenía como dos mil hectáreas de un bosque implantado, con diámetros de 40 centímetros”. 

En coincidencia, “la sanción de una ley nacional de bosques -incentivando la forestación-, significó una motivación extra”.

Elecciones del ‘73

En las elecciones de 1973 asumen con el FRE.JU.LI.: Juan Szudruk en El Hoyo; Luis Roberts en Lago Puelo, Juan Avilés en Cholila; Juan Ristovich en El Maitén, luego reemplazado por María Viladrich: “Ella no estaba de acuerdo con que las diferentes actividades económicas se fusionaran y posibilitaran el crecimiento armónico de una zona como era el noroeste del Chubut  y que hasta ese momento era ignorada por Rawson”, sostuvo Forquera. 

En Epuyén designan a Roberto Ñancucheo como presidente de la primera junta vecinal: “Un hombre muy peleador aunque con una visión un poco distorsionada con lo que respecta al desarrollo”, recordó.“Los concejales que había en El Hoyo por esa época eran Ñata Pereyra, del peronismo, Halim Breide y Pacífico Ponce, del radicalismo, Tito Aleuy y un tal Delgado, también del PJ”, acotó.

Secretario municipal

Marcando su actuación como secretario comunal en los años ‘70, Forquera indicó que “vino a buscarme Juan Szudruk y me planteó lo siguiente: ‘Qué trabajos se pueden hacer para que nos identifiquemos mejor, es decir, los de Epuyén son de Epuyén y los de El Hoyo son de El Hoyo’, era una especie de orgullo localista”. 

Sumó que “al tener El Hoyo tres mil hectáreas aptas para la producción, se les hace una propuesta a las personas que vivían en ellas de volver a los aserraderos e intensificar la agricultura, la frutihorticultura y la ganadería menor. Después de muchos años, aquellos proyectos fueron tomando forma”. 

Puente Salamín

Forquera marcó los antecedentes de que “había un puente colgante por el que se transportaba la cosecha de la papa desde el Rincón de Lobos hacia el pueblo. Venían en carro y de ahí cruzaban a hombro las bolsas, las tiraban del otro lado y se las volvía a cargar para llevarlas a algún lugar”.

Ante ello, “Juan Szudruk entrevista a Ramón de Errasti para que colabore en la construcción del puente. Acepta con la condición de aportar con el 40 por ciento, compuesto por su conocimiento (hizo el proyecto del puente) y cuatro largueros que cruzaban el río”. 

Aclaró que “el 51% lo dispuso el municipio de El Hoyo, incluyendo un camión, áridos, cemento y otros materiales que demandó la construcción. El porcentaje restante quedó a cargo de la gente del Rincón con trabajo. Esto fue un milagro, porque se empieza a ver que los chacareros toman un tractor y se meten al agua hasta la cintura; comienzan a trabajar para ellos, es algo que realmente fue conmovedor para aquel que los conocía, que sin darse cuenta estaban cambiando una forma, una estructura de vida y esto los dignificaba”.

“Un año y medio después se culminó y se inauguró con el paso de los carros de los Lobos y de los Cárdenas, todos cargados de papa. Fue un acontecimiento.”

El aislamiento y la penetración cultural permanente del país vecino hacían que aquellos pobladores tengan giros idiomáticos utilizados en Chile: “Todo esto se destapa con la inauguración del puente. De esta manera se logró liberar de ese aislamiento insoportable y casi ridículo a las familias que vivían del otro lado del pueblo, principalmente a las más grandes como a los Mayorga, Lobos, Cárdenas y Azocar”, valoró.

El ejido de El Hoyo y la identidad

Para esa época, la población de El Hoyo era de unos dos mil habitantes, todos de características rurales. Con el surgimiento del radicalismo, del peronismo y otros partidos “se comienza a infectar de política una zona de trabajadores”. Hasta ese momento los que manejaban el pueblo eran los mismos vecinos “que más de una vez se reunían en casa de un tercero. Se arreglaban las cosas entre todos, eran seres muy ingenuos”.

En el ‘73, asegura Forquera, es cuando empiezan a venir de Rawson personajes de los partidos políticos: “Eran los que dividían al pueblo, si uno decía algo, el otro lo contradecía porque sí. Éstos siempre tenían a alguien que los orientaba y era sabido que en la zona una inclinación política existía”.

Controversia

Una controversia por aquellos años fue la disputa de los ejidos de Lago Puelo y El Hoyo: “El partido radical tenía el convencimiento de que el ejido municipal de Lago Puelo empezaba en la curva de palos blancos y terminaba en el paralelo 42°, en el este, por las estribaciones del cerro Piltriquitrón, y culminaba en la cordillera”.

“El intendente Szudruk proponía hacer una cosa mejor: que se tomara en cuenta algo natural como la ruta  258,  para darle a los dos pueblos una misma capacidad de relacionarse comercialmente con El Bolsón; hacia la derecha sería ejido municipal de El Hoyo, hacia el sur ejido municipal de Lago Puelo” 
Según recordó Forquera, “un día domingo se negoció el conflicto, pero al día posterior, se enteraron que el ejido municipal de Lago Puelo empezaba en la curva de palos blancos y terminaba en el paralelo 42°, que iniciaba en las estribaciones del Piltriquitrón y culminaba en la cordillera”.

“Ese error fue del radicalismo y después vino convalidado de Rawson. En esa charla había gente de la UCR que había enamorado a los otros, y tal es así que el presidente del PJ vota en contra del proyecto”, resaltó.

Desde su óptica, “otro error fue la elección del trazado de la ruta 258. Ese fue del justicialismo. Tenía que pasar por las estribaciones del Piltriquitrón, tomando el camino viejo, que es el más poblado, respetando las chacras, y tendría que haber salido en El Pedregoso, pero en un viaje a Rawson terminan arreglando la actual traza, con todos los problemas de hoy”.

Comarca Andina

Por esos años, también comenzó a tomar forma una identidad de región denominada luego Comarca Andina del Paralelo 42°. Según Forquera, “pergeñamos algo que por sus características económicas pudiera producir un desarrollo, no supeditado como hasta ahora a Bariloche, Esquel y Trelew. Entonces, nos juntamos los secretarios de las cinco comunas de la zona. Para ese entonces, se perfilaba que Cholila podía tener hasta dos frigoríficos, concentrando la producción de carne de Leleque y El Maitén”.

Dijo que trabajaron “unos seis meses con una presentación de cinco carpetas en forma simultánea, con proyectos para que esta gente de Rawson entendiera y tuviera noción de la riqueza que hay en el noroeste del Chubut”.

Golpe militar del ‘76

Con el golpe militar, Gendarmería Nacional se hizo cargo de la intervención municipal: “de un camión y dos camionetas bajaron tropas. El comandante de ese momento hacía desfilar a cuatro suboficiales con cascos de acero, el rifle puesto sobre la espalda y a paso redoblado”, rememoró.

A él, lo mandaron a buscar para presentarse a las ocho de la mañana a entregar la comuna: “Entro y me dice el comandante ‘nosotros sabemos que usted es pesado (con otras palabras más fuertes me insultaba), pero nosotros lo vamos a amansar’. Y enseguida le contesto: ‘Mire, no sé de qué me habla ni por qué estoy acá’, y me responde: ‘Ah, no sabe. ¿Quién es el que está usurpando dos hectáreas de Gendarmería Nacional?’. ‘No sé’, le respondo. Y me dice: ‘No se haga el estúpido porque ya lo pongo en el calabozo’. ‘Pero le digo que yo no sé’, le replico”.

“En el quinto cuerpo de Ejército estaba el general Vaquero y nos había dicho: ‘Si ustedes llegan a tener algún problema avisen inmediatamente acá’. El intendente mandó un radio diciendo: ‘Mi secretario está por ser detenido y se lo llevan’.

“El gendarme me dice: ‘Váyase, yo he hecho poner cuatro ametralladoras, una en cada esquina del predio, ametralladoras pesadas. Vamos a alambrar el pueblo y si alguno de ustedes o los milicos ésos que están andando ponen el pie adentro los barremos, ¿entendió?, va y le dice eso al intendente’.

“Vamos con Szudruk y miramos el mapa  y nos damos cuenta que el segundo comandante llamado Conforte lo había puesto al revés, ¡el norte para el sur! Cuando se dan cuenta del error le meten cinco días de arresto a élste y me dicen que tengo que ir a trabajar. Ahí es que me lo encuentro con su desfile de seis suboficiales. Eran ciudades ocupadas El Bolsón y El Hoyo. Acá era del ejército, los otros de Gendarmería que venía de Esquel”, comparó. 

En definitiva, “en dos horas se habían cerrado los libros y yo había conciliado todo lo que era la parte contable del movimiento del municipio. Y eso le sirve a Juan Szudruk para que lo feliciten, al punto que acepta quedarse desde el 24 de marzo hasta el 25 de mayo, cuando se hace cargo Alfredo Hernán Paladino de la intendencia”.

Convivencia

Con todo, Alberto Forquera se refirió a la convivencia en un tiempo difícil: “Traté de ser amigo de todos, aunque fui terriblemente frontal. Posiblemente más de uno me ha tenido lástima porque a mí nunca me pasó nada más de lo mencionado. Pero hablando con el comisario de ese momento me pidió ‘cuídese porque la mano viene pesadísima. Si yo le tiro un volante en el que dice ‘viva el partido peronista, viva el partido comunista’, a usted y a su familia se la llevan para Rawson, si es que tiene suerte, sino para Trelew y de ahí no se vuelve. Si lo llegan a encontrar con un disco de Los Olimareños o Violeta Parra, olvídese’. Así fue como guardamos los discos con terror: Violeta Parra se acabó, Horacio Guaraní se acabó”.

“Es que cuando entra el miedo –amplió-, no sé si es egoísmo natural o es sentido de preservación, pero uno se calla. Además, estábamos intimidados, es la verdad, yo tenía dos nenas y tenía miedo.”
Finalizando el tema, afirmó que “nosotros no solo nos informamos del golpe porque aparecieron estos individuos, sino también porque escuchábamos la radio con el comunicado número 1. Eso sí, nos enteramos ya cuando estaba el hecho consumado”.

Guerra de Malvinas

Otra contingencia nacional de la cual Forquera fue testigo fue cuando “me entero que se programaba hacer algo para mandar y estar presentes desde El Bolsón en la guerra de Malvinas: aquí había un señor extranjero, Corchonewsky de apellido. Con él se arma una comisión de ayuda y ocupo el cargo de secretario de actas. Se convoca a los colegios; Fruta Andina cede sus instalaciones para elaborar dulce y mandarle a estos chicos. Por otro lado, se juntaba dinero para mandar otros elementos que se pedían de allá. También se mandó ropa y hasta una guitarra”. Asegura que lo enviado “llegó hasta Comodoro Rivadavia”. Y que “la población hasta el último instante celebró la victoria aparente. La gente adoraba a Galtieri, supuestamente estábamos ganando”.

Al respecto, rememoró una anécdota risueña: “Como sería la euforia que me había peleado con un individuo por un tema de la cooperativa telefónica y nos habíamos insultado con madre y todo, de pronto me veo en plena calle subiéndome a su auto y festejando a los abrazos”.


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