El azafrán que florece al pie del Piltriquitrón



Una historia de amor por la tierra en el Día Internacional de la Tierra: Amelia y Toshi, productores de El Bolsón, cultivan azafrán, rododendros y arándanos en una chacra que combina raíces japonesas con identidad patagónica.

En una pequeña chacra ubicada en la calle Islas Malvinas al 3500, al pie del majestuoso cerro Piltriquitrón, florece una de las especias más exóticas y valoradas del mundo: el azafrán. En el Día Internacional de la Tierra, visitamos a Amelia Esther Nagami y Toshifumi Shibata, una pareja de productores con raíces en la comunidad japonesa, pero con el corazón profundamente enraizado en El Bolsón.

Amelia y Toshi comenzaron su camino en la producción de bulbos y flores ornamentales, pero hace 18 años decidieron experimentar con algo diferente. “Toshi trajo unos bulbos de azafrán en macetas, como para probar, y realmente dieron. Se multiplicaban tan bien que los pasamos a la tierra y siguieron creciendo”, cuenta Amelia con una sonrisa de orgullo.

La adaptación del Crocus sativus al clima andino no fue inmediata. “Estuvimos cinco años probando hasta poder ofrecerlo al público. Al principio llevábamos poquito a la feria artesanal, pero con el tiempo se fue multiplicando y decidimos apostar por hacerlo más conocido. El azafrán es caro, sí, pero rinde muchísimo”, explica.





Toshi, con manos pacientes y mirada atenta, nos muestra el delicado proceso de cosecha. El momento ideal es cuando el sol logra abrir la flor, aunque muchas veces las heladas obligan a recolectarlas con los pimpollos aún cerrados. Lo esencial es extraer los tres estigmas rojos, la parte comestible que le da ese sabor y color tan distintivos a las comidas. “Eso es el verdadero azafrán, el oro rojo”, subraya.

El proceso de secado y envasado lo realizan ellos mismos, en su sala de procesamiento. Con servilletas de papel eliminan la humedad inicial, y luego, cuidadosamente, preparan cada bolsita que venden en la feria artesanal del Bolsón y en la feria franca. Todo a un precio simbólico de $5000, con la intención de acercar este producto único al público local y desmitificar su inaccesibilidad.

La flor de azafrán tiene varias partes. La parte comestible y que se usa para obtener el azafrán son los estigmas, que son los extremos rojos del pistilo. Además, la flor tiene tres pétalos externos y tres pétalos internos, estambres y el pistilo.




El origen
El azafrán, o Crocus sativus, tiene un origen que se remonta al sudoeste de Asia, aunque su cultivo se ha extendido a muchas otras regiones del mundo. Se cree que Irán podría ser el lugar donde fue domesticado por primera vez, y las islas griegas del suroeste también son consideradas un posible lugar de origen.


Además del azafrán, en su chacra también cultivan arándanos y rododendros, reflejo de su amor por la tierra y la diversidad. “Queremos que la gente conozca y valore estas cosas. No es solo una planta, es un pedacito de historia, de trabajo y de pasión”, dice Amelia.




Quienes deseen conocer más sobre este maravilloso emprendimiento pueden acercarse a la feria, o simplemente visitar la chacra, donde el azafrán florece al pie del Piltriquitrón, como un símbolo de identidad, esfuerzo y belleza natural.



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