El anuncio de su designación abrió la grieta dentro del partido centenario. Opinan de ambos bandos.
La confirmación llegó desde Europa, en plena gira presidencial: Ricardo Alfonsín será el nuevo embajador en España, y antes que las credenciales diplomáticas, obtuvo las mejores cartas de presentación: “Te traigo a un amigo”, le dijo Alberto Fernández al anunciarlo a Felipe VI, como antes había hecho ante Pedro Sánchez, en Madrid. La noticia abrió la grieta filas adentro del radicalismo, que en la amplitud de su coyuntura actual fue de las efusivas felicitaciones a la amenaza de expulsión.
“Basta de tergiversar con un apellido las posiciones de la UCR", acusó por Twitter el presidente de la Juventud Radical de Buenos Aires, Martín Borrazas. Fue quien anticipó que la Juventud Radical pedirá formalmente la expulsión del dirigente. “Ya lo tengo preparado, lo vamos a presentar en los próximos días en el Comité de la Provincia de Buenos Aires", adelantó, blandiendo la carta orgánica del partido que establece, en un artículo que ha sido objeto de menores atenciones, que no se pueden integrar "listas o gobiernos que no se condicen" con los lineamientos de la UCR.
"Si me quieren echar del partido que se hagan cargo. No me preocupa, es todo fuego de artificio", respondió Alfonsín, que el jueves, antes de la llegada del Presidente, se reunió con Wado de Pedro en un bar cercano a la Casa Rosada, para evitar la foto en el playón de entrada. El futuro embajador bajó después el perfil y dejó como única declaración una carta en Twitter. Allí recuerda que durante su mandato, su padre designó embajadores peronistas “y nunca les pidió que dejen su bandería política”. Uno de ellos, por cierto, fue Jorge Alberto Taiana, padre del actual senador, embajador en Yugoslavia entre 1984 y 1989.
"El cargo de Ricardo Alfonsín como embajador en España es una decisión personal y nada tiene que ver el radicalismo en ello", marcó enseguida el presidente de la UCR Alfredo Cornejo. Es todo lo que el ex gobernador de Mendoza y titular del Comité Nacional dice por ahora. Desde su entorno aclaran que un eventual pedido de expulsión radicaría en la órbita del Comité Provincial, y no en el Nacional, es decir que en caso de que se presentase debería decidir disponer sanciones el tribunal de ética a ese nivel.
El jueves pasado una cumbre en Mar del Plata reunió a los principales dirigentes radicales en el club Quilmes. Con los tapones de punta, Cornejo apuntó al “cinismo” del peronismo, pero no hizo referencia al tema. Entre los discursos hubo solo alguna mención a la decisión de Alfonsín, pero sin nombrarlo.
"El kirchnerismo es reimaginativo para los procesos de cooptación", sumó Mario Negri, jefe del interbloque de diputados de Juntos por el Cambio. El cordobés se quejó de que Alfonsín "no consultó" al radicalismo para aceptar el cargo. Aseguró que si le hubiera preguntado, "le habría dicho que no", aunque aclaró que no está de acuerdo con las expulsiones, porque "las resoluciones en política no son formales". A las críticas se sumó el senador Luis Naidenoff: “La designación de Ricardo Alfonsín como embajador de España es una decisión estrictamente personal, ajena a las decisiones orgánicas de la Unión Cívica Radical”, escribió. "Nada más lejos de los valores y principios que pregonó Raúl Alfonsín que formar parte de un gobierno que tiene marcado a fuego el ADN del kirchnerismo".
El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, el de Mendoza, Rodolfo Suárez, y el correntino Gustavo Valdés sumaron su apoyo a Alfonsín. También Julio Cobos: “Es un gesto de apertura del Presidente Fernández, y un reconocimiento a un hombre con el cual tiene buena relación y considera idóneo”, opinó en diálogo con Página/12. “Alfonsín es un hombre íntegro, honesto, con sentido de pertenencia al radicalismo y al mismo tiempo con lazos de amistad con Fernández, así como los tuvo su padre”, halagó. “Esta es una decisión personal que no tiene nada que ver con el partido, él lo charló con otros gobernadores y dirigentes, pero no fue un planteo a nivel partidario. Conmigo no lo consultó, lo hablamos después", aclaró.
Cobos tampoco comparte la idea de expulsión. “El no es un ministro del Poder Ejecutivo, está representando al país en momentos en que lo necesitamos. Si no tomamos una postura abierta, nos quedamos solo en las declaraciones”, alega el mendocino. –Lo dice alguien a quien sí expulsaron del partido. –Sí, ¡y me han reincoporado! Por eso digo: A Alfonsín habrá que juzgarlo después de lo que haga, no antes”. La expulsión partidaria cayó sobre Cobos cuando lanzó su candidatura como vicepresidente de Cristina Kirchner y formó el partido Concertación Plural. Fue revocada luego del voto “No Positivo” y el fin de su mandato.
Leopoldo Moreau recuerda otros dos casos de expulsión en la historia del partido centenario: La que aplicaron en tiempos de Forja, con Jauretche a la cabeza, y la que recibió él mismo en 2015 junto a otros que decidieron incorporarse al kirchnerismo. "Por las políticas y doctrinas que caracterizan al anterior gobierno nacional", figuraba entre los argumentos. “Ciertos radicales tienen una gran plasticidad, propia de la falta de identidad. Los que votaron a López Murphy en 2003 se incorporaron a la transversalidad kirchenrista sin ningún problema. Y sin ningún problema se sumaron al 'Grupo A'. Son los que ahora se escandalizan con esta designación”, acusa en la charla con este diario. Sobre las amenazas de expulsión, las analiza como “una demostración del oportunismo que caracteriza desde hace algunos años a la dirigencia”, y en el marco de la “pelea por ver quién es más de derecha dentro de Cambiemos”. “Admiten el `tacticaje´ electoral, pero no toleran las posiciones ideológicas”, completa.
“Tanto la decisión de Alberto Fernández como la aceptación del cargo por parte de Alfonsín, hablan de la amplitud y la pluralidad y a la vez de la responsabilidad de un dirigente que, en el momento en que lo necesitan, se pone a disposición para ayudar a reconstruir el país y sacarlo de la herencia macrista”, halaga Moreau.
Leandro Santoro habla de “una decisión inteligente”, y apunta en el mismo sentido: “No me sorprenden ciertos exabruptos, el problema del radicalismo es su crisis de identidad. Ellos definen lo que son en función de lo que no son: han tomado la decisión de definirse como anti peronistas y radicalizarse a partir de su acuerdo con el Pro. Cualquier cosa que signifique vincularse con la cultura popular, los espanta y los pone a la defensiva”, analiza el legislador porteño.
Ricardo Alfonsín prepara las valijas para partir al Reino de España. Sus correligionarios quedan ensanchando la grieta.
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