A 18 años de la masacre escolar, cómo es la vida de Juniors Solich


Un artículo de Infobae dio detalles de la actualidad del autor del terrible hecho que conmocionó a la comunidad de Patagones.
Este miércoles, la comunidad de Carmen de Patagones recordó a las víctimas de la masacre de la escuela de Enseñanza Media N° 2 Islas Malvinas, a 18 años de aquel terrible hecho. En este contexto, el periodista Pablo Morosi -quien siguió muy de cerca el caso del 2004 e incluso escribió un libro al respecto-, dio detalles de la vida de Rafael Juniors Solich, hoy un hombre de 33 años de edad, con un pequeño hijo.

En este sentido, Morosi -en un artículo para Infobae- reveló que Juniors realizó recientemente una nueva solicitud de externación. En tanto, agregó que “pasa sus días entre la clínica neuropsiquiática y con su madre, Ester Pangue Mancilla”.
Asimismo, el periodista manifestó que el autor de la masacre tiene un hijo, que ya alcanzó la edad escolar, “fruto de la relación que se gestó durante su internación, pero que no pudo consolidarse”.

“Sigue esperando que le den alguna vez el alta pero parece que nadie se anima a firmar esa medida”, añadió el artículo de Infobae, por parte de una fuente con acceso al expediente. Hacerlo implicaría cargar con la responsabilidad de lo que el joven pueda hacer en adelante, explican en tribunales, donde el caso ha mantenido todos estos años una estricta reserva.

Aquel martes 28 de septiembre de 2004, mientras los alumnos del 1° B del ciclo Polimodal de la Escuela de Enseñanza Media N° 2 Islas Malvinas de Carmen de Patagones esperaban al profesor de Historia en la primera hora de clases, Juniors extrajo de entre sus pertenencias una pistola Browning 9 milímetros que le había quitado a su padre, numerario de Prefectura Naval Argentina y vació el cargador sobre la humanidad de sus compañeros.

La balacera acabó con la vida de Sandra Núñez, Evangelina Miranda y Federico Ponce; y dejó malheridos a Natalia Salomón, Cintia Casasola, Nicolás Leonardi, Pablo Saldías y Rodrigo Torres.

Cuando se produjo el hecho, que inauguró las masacres escolares en Latinoamérica, Juniors tenía 15 años y le faltaba menos de un mes para los 16. De haber tenido esa edad, la Justicia lo hubiera condenado por el crimen. Eso no ocurrió y, siguiendo la legislación vigente, la jueza de Menores en turno en el Departamento Judicial de Bahía Blanca, Alicia Georgina Ramallo, dispuso inmediatamente su inimputabilidad eximiéndolo de culpa y cargo.

Entre tanto, el misterio alrededor de la vida de Juniors se fue agigantando. Ante las versiones sobre la posibilidad de que en algún momento obtenga una externación definitiva, Marisa Santa Cruz, la madre de Federico Ponce, sostuvo “no sabemos qué tipo de tratamiento tuvo este chico y si fue o no adecuado. Lo que sabemos es que en su momento los psicólogos dijeron que era peligroso para sí mismo y para terceros pero no tenemos noticia alguna de que eso haya cambiado. Él es un ser humano y yo no busco ningún tipo de venganza sólo quiero evitar que no haya más madres de víctimas como yo en la Argentina”. La mujer cerró con la siguiente reflexión: “Se ha hablado en forma recurrente sobre el paradero de Juniors, su estado, su actualidad y el tratamiento por parte del Estado. ¿Acaso alguien se preguntó por sus compañeros sobrevivientes y los familiares de los que ya no están? Ese mismo Estado que ha asistido durante años a alguien que planificó y premeditó voluntariamente asesinatos dejó librados a su suerte y en el ostracismo a las víctimas que directa o indirectamente lo padecieron y hoy, después de 18 años, todavía no encontramos una explicación y, mucho menos, consuelo”.

La internación de Juniors
Según el artículo publicado por Infobae, qué hacer con el autor de la masacre escolar fue y es aún hoy un gran intríngulis. Las opciones que se barajaron originalmente eran: una clínica psiquiátrica, una comunidad terapéutica o un instituto. Sin embargo, jamás se habló de plazos. Es así que Juniors lleva más tiempo institucionalizado que la edad que tenía cuando ocurrió el hecho.

Lo cierto es que tras cometer el múltiple crimen, la falta de vacantes hizo que Juniors pasara tres meses en una base de Prefectura en Ingeniero White hasta que, recién a principios de 2005 fue trasladado al Instituto de Menores El Dique, en Ensenada, un penal de máxima seguridad para adolescentes en conflicto con la ley. Ahí Juniors la pasó muy mal y, según relatos de viejos celadores del lugar, llegó a autoagredirse al menos en una oportunidad. Soportó roces y cargadas de los otros internos hasta que la situación se volvió insostenible y se dispuso su traslado al neuropsiquiátrico Santa Clara en el partido de San Martín.

Los primeros informes daban cuenta de un chico “monosilábico”, “poco comunicativo” aunque, se aclaraba, “muy educado” y “asustado” por la incertidumbre sobre su destino. En todo su derrotero de institucionalización, Juniors nunca recibió otra visita que la de sus familiares más cercanos, funcionarios y psicólogos.




Con el tiempo se fueron sucediendo diferentes estudios tanto de la psiquis como del entorno social y afectivo del autor de la masacre escolar que intentaron desbrozar la lógica que lo llevó hasta esa decisión límite que no sólo cambió su vida para siempre, sino que marcó a toda una comunidad con el infortunio. Se le prescribió un plan psicofarmacológico en base a un primer diagnóstico de esquizofrenia. No obstante, la afección que padecía Juniors fue centro de controversias permanentes. Desde entonces la pregunta es la misma y se refiere a la posibilidad de repetición de conductas peligrosas.

En agosto de 2007, ante una serie de informes favorables la jueza Ramallo accedió a otorgar un régimen de salidas para Juniors quien comenzó a visitar a sus padres radicados en una casita en la zona ribereña de Punta Lara. Allí, tomaba clases de inglés, leía filosofía y hacía largas caminatas por la playa. Incluso, cada tanto, compartía un partido de fútbol con gente del barrio a los que los Solich ocultaban la verdadera historia de su hijo. Preocupada por lo que ocurría en esas salidas la magistrada exigió que se hicieran con la compañía de un asistente terapéutico.

Cuando el 27 de octubre de 2009 Rafael Solich cumplió 21 años su caso pasó a depender del Juzgado de Familia N° 4 de La Plata y al año siguiente, cuando se obtuvo una vacante, fue derivado a la Clínica San Juan de La Plata en donde hasta hoy sigue recibiendo tratamiento. Informantes de la clínica indicaron que Juniors se encuentra “estable” y goza de un régimen de salidas. Por otra parte, y según lo poco que dejaron trascender otras fuentes consultadas ligadas al caso; Juniors fue papá y está viviendo en la localidad de Villa Elvira aunque no comparte la casa con la madre de su hijo.Recordando a las víctimas
En la jornada de este jueves, se realizaron actividades más que especiales para recordar a las víctimas, tanto en la escuela como en la costanera de Carmen de Patagones. En este último escenario, al cierre del día, se llevó a cabo la clásica suelta de velas en el río Negro, en donde cada familiar, amigo y vecino de la Comarca expresó su sentimiento y las dejó ir.

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