“No hay que dejar que todo sea tan fácil y simple”, nos enseña Benjamín Vázquez



Tiene apenas 10 años y su historia de vida es un ejemplo en tiempos modernos, donde la mayoría de los niños prefiere las comodidades de una vida más fácil, lejos del esfuerzo, el sacrificio y las privaciones.
Vive en el barrio Usina de El Bolsón, de lunes a viernes se despierta a las seis, recorre casi dos kilómetros en su pequeña bicicleta (sorteando la oscuridad, los charcos y los pozos), la deja frente a un supermercado en el centro de la ciudad, se sube a un micro que lo lleva por la ruta nacional 40 hasta un callejón en Las Golondrinas y camina otro kilómetro para llegar a tiempo a la escuela 41, donde recién desayuna.


Ataba la bici con una soga, para que no se la roben, hasta que los guardias de La Anónima le regalaron un candado numérico




Hasta hace pocos días, dejaba su bici atada apenas con un hilo porque “mi mamá no tiene los medios para comprarme una cadena con candado”. Sin embargo, su rutina fue observada por los propios empleados de seguridad del supermercado, quienes decidieron comprar y regalar ese elemento de seguridad con la premisa “de que no se la roben”, además de seguir vigilando y acompañar “el esfuerzo que hace este pibe cada día para poder llegar a la escuela”.



Dueño de su personalidad extrovertida, sus ojos vivaces se iluminan más cuando relata que concurre a quinto grado en la escuela 41 de Las Golondrinas, en la provincia del Chubut, y confiesa que “mis compañeros no saben esta historia de la bicicleta”. Dice que “mi materia preferida es matemáticas y siempre me pregunto qué puedo ser de grande. Mi mamá quiere que sea albañil, aunque también me gustaría ser futbolista”, aunque “todavía no juego en ningún equipo”. 



Se identifica como hincha de Estudiantes de La Plata, por el pasado de su padre en esa ciudad de la provincia de Buenos Aires. Precisa que “juego mejor en el medio campo y desde chiquito veía a mi papá jugar en el club de la feria de artesanos. Un día pregunté si podía entrar a un partido y terminamos ganando con un gol que le hice de caño al arquero”.
Este lunes, Benjamín Vázquez –en medio de una intensa lluvia- pedaleo (caída mediante en el barro) desde la casa que comparte con su mamá en el barrio Usina hasta la vivienda de su padre en el barrio Amancay, en Loma del Medio. Ambos son artesanos y comparten un puesto de ponchos e indumentaria en la Feria Regional de plaza Pagano. 
Mientras secaba su ropa a orilla del fogón, contó que su día “arranca a las seis de la mañana, aunque hay días que me cuesta levantar. Cuando arranco en la bici todavía está oscuro y siempre se me cruza algo, también los perros. Igual me concentro en llegar entre los pozos, las piedras y los charcos de agua. Tomo el colectivo que me deja al otro lado de la ruta, así que espero a alguna de las porteras que me ayuden a cruzar porque a esa hora hay mucho tránsito y es peligroso. Camino otro kilómetro para poder llegar a la escuela, que tiene jornada completa. Además del desayuno, me dan el almuerzo”.



Acerca de las peripecias cotidianas, reconoció que “me gustaría poner unas luces a la bicicleta porque el invierno es largo y la mañana se pone dura con tanta oscuridad”.
Desde su óptica infantil, Benjamín Vázquez valoró que “siempre hay que levantarse y esforzarse para ir a la escuela, no hay que dejar que todo sea tan fácil y simple. En la vida hay que sacrificarse para poder conseguir lo que querés”.



Publicar un comentario

0 Comentarios