Cristóbal José, miembro de la comunidad gitana, conoce en carne propia el infierno de las adicciones. Años atrás, su vida estaba marcada por el consumo de estupefacientes y la delincuencia. Hoy, totalmente recuperado, recorre las calles de El Bolsón brindando contención y acompañamiento espiritual a quienes, como él, buscan una salida.
La transformación comenzó en la localidad de Comodoro Rivadavia, donde encontró un espacio de contención a través de la Iglesia ISMEN y la Escuela E.LI.M (Escuela de Liderazgo Ministerial). Allí no solo logró dejar atrás las adicciones, sino que también descubrió un propósito de vida: ayudar a otros.
“He pasado por situaciones muy malas, oscuras. Estuve en una situación muy crítica, con desesperación por querer salir de los vicios. Las adicciones te llevan a ser mala persona, a perder la confianza, a cometer errores. Y gracias a Dios pude salir con su ayuda”, relata Cristóbal con emoción.
Fe, formación y compromiso
Cristóbal explica que su proceso de recuperación fue largo, pero transformador:
“Fue a través de los problemas que conocí la Escuela ELIM, donde entendí para qué estoy llamado. Estudiar la palabra del Señor, hacer talleres, me ayudó a enfocarme y a dejar atrás lo viejo. Hoy quiero devolver todo eso que me dieron. Dios restauró mi vida y también me preparó para poder salvar a otros. Porque yo estuve del otro lado, y sé lo que es”.
Actualmente, su labor consiste en detectar personas en situación de consumo en la vía pública, brindarles contención emocional y ofrecerles un camino de salida basado en la fe y el acompañamiento.
“Hago reuniones en casas, porque todavía no tengo un espacio propio. Camino las calles de El Bolsón y cuando veo personas con problemas, lo noto enseguida. Para mí es fácil identificarlos porque yo estuve ahí. Les comparto la palabra de Dios, los llevo a tomar un café, les doy amor, porque el amor ayuda mucho a una persona”, destaca.
Sin apoyo institucional
Consultado sobre si recibe ayuda de organismos estatales o sociales, Cristóbal fue contundente:
“No, hasta ahora no he tenido ninguna ayuda. Lo hago por voluntad propia. Estoy dispuesto a recibir apoyo, porque económicamente llego a ayudar a uno, dos, tres... y ya no puedo más. Pero tengo fe en que Dios va a proveer para poder ayudar a más jóvenes, porque es ahí donde este problema comienza: en la juventud, para arruinar vidas”.
Por el momento, se lo puede encontrar predicando en la plaza central o a través de la página de Facebook “Bolsón Slim”, donde difunde su mensaje y se ofrece como referente para quienes buscan contención.
“No tengo aún un domicilio fijo para recibirlos, pero lo estoy esperando. Porque cuando uno trae a otra persona a este camino, también implica una gran responsabilidad”, concluye.
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