La fiscal federal de esta ciudad, Karina Martínez Stagnaro solicitó la elevación a juicio de la causa contra dos militares acusados por la muerte de un joven soldado voluntario de Las Lajas en el marco de un ejercicio con explosivos. La medida apunta contra los ex oficiales Cristian Canche y Ramón Galván quienes están acusados por el delito de homicidio culposo.
La causa investiga la tragedia ocurrida el 29 de septiembre de 2012 y por la cual también resultaron imputados en primera instancia otros jefes militares quienes posteriormente resultaron sobreseídos.
La víctima, Néstor Leandro Paz de 22 años, falleció pocas horas más tarde en un centro asistencial de la capital neuquina luego de ser derivado en estado gravísimo. Se comprobó que una esquirla le destrozó el estómago.
Martínez Stagnaro consideró que se encuentran agotadas todas las instancias investigativas por lo cual decidió impulsar la elevación a juicio de la causa. En caso de obtener luz verde, el proceso debería desarrollarse en los tribunales de la capital neuquina.
La acusación contra Galván y Canche se sustenta en que fueron los encargados de armar y supervisar el ejercicio con explosivos. Su función, además de realizar los cálculos de la onda expansiva, era la determinar las dimensiones del área de exclusión que debía respetarse para reguardar la seguridad de los asistentes.
Luego de la detonación, las esquirlas se esparcieron entre los asistentes. Paz se llevó la peor parte porque un pedazo de metal se le enterró en el abdomen. Otras personas que estaba a su lado, militares y civiles, se salvaron por poco.
Néstor Paz tenía 22 años en 2012. Había ingresado cuatro años antes al Ejército como voluntario y ya había decidido seguir su carrera en la policía federal. Tras el incidente fue intervenido en el hospital de Zapala donde le extrajeron la esquirla, que se convirtió en el único elemento de prueba. Murió unas horas más tarde en Neuquén.
Otros militares, como el coronel Marcelo Buscaglia y el teniente Cristhian Españón, resultaron desvinculados ya que se concluyó, tal como planteaba el defensor oficial Gabriel Rouret, que se encontraban circunstancialmente en el lugar del hecho y que nada tuvieron que ver en el trágico desenlace.
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