
Danilo es artesano y produce muebles rústicos que le han dado fama. Irma, su mujer, se jubiló como maestra jardinera. “Nos va a cambiar la vida”, se apresuran a decir los dos, cuando la simbólica llama del mechero encendida por ellos junto al gobernador Buzzi todavía está prendida.
“Hace treinta años que anhelamos este servicio, aquí, en el fondo de este paraje rural, a orillas del río Quemquemtreu”, dice Danilo. En tanto que para Irma es el comienzo de una nueva etapa para su familia: “Todo el recorrido que ustedes hicieron hasta aquí, lo hacía yo caminando, cuando todavía no estaba ni siquiera el puente”, recuerda, y sus mejillas curtidas por la intemperie dan cuenta de ello.
“Después llegó el puente en su momento –agrega-, las cosas fueron cambiando de a poco y lo que nos faltaba era esta obra de gas”.
Por su parte, detrás de su larga barba ya canosa, Danilo se muestra entre entusiasta y emocionado como un chico: “Estamos muy agradecidos a las autoridades porque esta es una obra solidaria”, afirma. “Siempre nos pareció que era una obra imposible, porque hay que atravesar un río, hacer dos kilómetros de tendido, y somos un puñado de familias que ni siquiera puede decirse que es una movida política para recaudar votos”.
“Esta fue una motivación solidaria del Gobernador y del intendente a quienes les estamos muy agradecidos”, enfatizó el poblador.
Nos cambia la vida
Los primeros pobladores del lugar se establecieron con dos grandes chacras a principios del siglo XX. Sobre los años de 1980, el loteo de las mismas convocó a muchos jóvenes de entonces como Irma y Danilo que llegaban desde el norte con un ideal de vida incrustado en la plenitud de la naturaleza.
Tres décadas después, saben que es necesario incorporar nuevas seguridades a sus vidas y las de sus familias. “Nosotros ya somos grandes”, explica Danilo, “y la verdad es que andar cortando acarreando leña se hace cada vez más complicado”.
Irma piensa en su familia: “Todos dicen que nos va a cambiar la vida y yo quiero que realmente nos cambie la vida”, dice. “Y que después de tantos años podamos tener la satisfacción de llegar a una casa que esté calentita. El gas para nosotros representa el abrigo y la salud de la familia. Acá el clima es muy crudo, en estos días ya estamos teniendo heladas y tener el gas es algo que realmente traerá más calidad de vida”.
Considerando el ambiente, Irma y Danilo están seguros de que la red de gas traerá beneficios para el bosque que los rodea, ya que “no será necesario cortar árboles para obtener leña”.
Tres décadas después, saben que es necesario incorporar nuevas seguridades a sus vidas y las de sus familias. “Nosotros ya somos grandes”, explica Danilo, “y la verdad es que andar cortando acarreando leña se hace cada vez más complicado”.
Irma piensa en su familia: “Todos dicen que nos va a cambiar la vida y yo quiero que realmente nos cambie la vida”, dice. “Y que después de tantos años podamos tener la satisfacción de llegar a una casa que esté calentita. El gas para nosotros representa el abrigo y la salud de la familia. Acá el clima es muy crudo, en estos días ya estamos teniendo heladas y tener el gas es algo que realmente traerá más calidad de vida”.
Considerando el ambiente, Irma y Danilo están seguros de que la red de gas traerá beneficios para el bosque que los rodea, ya que “no será necesario cortar árboles para obtener leña”.
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