Digo que volví porque había estado ya en El Bolsón hace unos 15 años. Por
entonces el calor y el gran Piltriquitrón fueron las únicas cosas que me
recibieron como aquella vez. En esta oportunidad me encontré con una ciudad más
complejizada acaso por el crecimiento demográfico, con los avances de obras que
seguramente hubo en la última década y media y me animo a decir que con mayor
diversidad de turistas. En mis recorridas mañaneras me crucé con suizos,
noruegos, norteamericanos, chilenos, italianos, franceses, brasileños y unos
colombianos que habían venido a la cordillera a conocer el frío, aunque para su
mala suerte toda esa semana la temperatura no bajó de los 34 grados.
Soy un asiduo lector de Noticias del Bolsón; gracias a ello varias cosas,
sobre todo calles o paisajes me resultaron familiares desde el principio, con
el privilegio de que en esos días pude sentirlos, respirarlos, andarlos y
disfrutarlos. Porque cada calle de El Bolsón se disfruta, al menos es así para
todos los que no somos de allí.
Quiero destacar el importante desarrollo turístico que tienen los vecinos
de Bolsón, pues todos tienen un gran conocimiento de su lugar y además son
defensores de su ciudad, pero también son muy hospitalarios. El trato de la
gente con el turista es magnífico. Ya quisiera yo que ese mismo trato
tuviésemos los viedmenses con quienes nos visitan.
Me tocó una semana difícil en mi estadía. El avance de los incendios era
motivo de una gran preocupación, todos los medios lo reflejaban y pude observar
en persona como mi colega Fabián Balasz se internaba en los sectores adonde
nadie iba, poniendo el cuerpo y en riesgo su integridad, para lograr una imagen
que luego recorrería el país. Eso es hacer periodismo en serio, en el lugar de
los hechos, reflejando las cosas que le pasan a la comunidad.
Quiero agradecer, a través de Noticias del Bolsón, a todos los comerciantes
y vecinos de esa bonita ciudad con los que tuve contacto, a los feriantes, por
hacerme sentir bien, pero especialmente a mi colega y amigo Fabián por abrirme
las puertas de su casa y hacerme sentir parte de su familia. Ese gesto no lo
olvidaré jamás, como tampoco olvidaré todos los paisajes que me hizo conocer.
Gracias a Dios, ami regreso a Viedma traje muchas fotos para mostrar, pues
hubiese sido difícil encontrar las palabras justas para describir tamaña
belleza de paisaje.
Espero volver pronto. Un abrazo para todos.
Eduardo Varela
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