Carta a la justicia Chubutense


Después de más de un año de dolor, por el asesinato de nuestro hijo y habiendo transitado un recorrido penoso, aunque con el aliciente de hallar en la Justicia chubutense, celeridad y respeto, además de un riguroso procedimiento investigativo, otra vez debemos enfrentarnos a los responsables de que Matías no esté más entre nosotros.


Al respecto, me tomo el atrevimiento de solicitarles, tengan a bien considerar no solo los derechos de los condenados, para los que no puedo dar opinión, porque como se sabrá, pesa en mí una gran carga emocional, pese a que no dejo de reconocer tales derechos porque así lo establece la ley, pido que también se tome en cuenta el dolor de nuestra familia de su hija; de su abuela; de su madre y su padre, quien suscribe.

El dolor de quienes amanecimos con la noticia de que nuestro hijo fue salvajemente asesinado el 13 de febrero del año pasado, en El Bolsón,  Rio Negro.
Estas personas que gozarán ahora del derecho a la apelación y en consecuencia a la revisión del caso, son quienes nos arrancaron de forma violenta  su vida, truncando sus sueños; dejando a una niña de cuatro años sin su padre; a una familia destruida que ya no seremos los mismos.
Seguimos día a día intentando continuar, esperando explicaciones y tratando de convertir a todo este dolor en la esperanza de encontrar para otros, las respuestas que no llegan para nosotros. Intentando contener a una abuela que todavía lo espera y a una hija que sigue preguntando y que imaginamos, lo seguirá haciendo por el resto de su vida.

No por ello, señores y señoras jueces, esperamos que se salve ningún procedimiento judicial que corresponda, aunque sí, queremos expresar lo que nuestro hijo no pudo y no podrá, aún con las respuestas que han dado las pericias durante la etapa de instrucción: “nuestro hijo no tuvo oportunidad de defenderse”. Él no tuvo apelación; no tuvo proceso. Él, fue ejecutado sin miramientos.
Por eso, apelamos, entonces nosotros, a que se considere el fallo previo a esta apelación; que se reconozca la gran tarea investigativa y que se sostenga lo que no nos devolvió a Matías pero que ha sido al menos la tranquilidad moral que entendemos al presente; que se ha hecho Justicia, pese a que no hay años: 15, 230 o más -insisto-, que nos devolverán a nuestro Matías.
Ojala que detrás de todo lo que supone un proceso judicial, con todas las tramitaciones y cada una de sus instancias y en particular este, pueda reflejarse a unauna familia que espera justicia para intentar, al menos, atenuar el dolor que ya hemos asumido que nunca cesará.

Sin embargo, aquí, frente a esta nueva instancia, quiero expresar lo que convalida la muerte de Matías y la desesperación de nuestra familia, sin perjuicio de desconocer las obligaciones que operan en la presente instancia judicial. Y eso es el pedido de que nos sigan dando respuestas; de sentir que la Justicia no reemplaza pero está cerca y da señales, ante los tantos cuestionamientos que se aprecian.
El pedido, como simple ciudadano, de no sentir temor, de encontrar el respaldo de saberlos sostenedores y garantistas del bienestar de la sociedad, de sabernos protegidos y cuidados por nuestro Poder Judicial.

La violencia, lamentablemente, está marcando en gran medida el rumbo de nuestras sociedades. Lo ha hecho con nuestras vidas, no obstante, preferimos seguir confiando en que la Justicia se encontrará por encima del dolor que nos circunda.
Gracias.

Luis Albornoz
Papá de Matías.












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