En la zona noroeste de Chubut, especialmente en el Departamento Cushamen, las últimas semanas estuvieron marcadas por un fenómeno que avanza en silencio pero con una fuerza devastadora: la proliferación de la tucura sapo (Bufonacris claraziana), un insecto endémico de la estepa patagónica que, cuando se multiplica en exceso, se convierte en una plaga voraz que arrasa con pastizales, huertas y cultivos.
Su impacto no es solo productivo: es humano, comunitario y emocional.
Afecta directamente a las familias rurales que dependen del pasto para sostener sus animales, y por lo tanto, para sostener su vida.
La emergencia fue reconocida por organismos técnicos, pero la asistencia concreta no está llegando a tiempo a los parajes más alejados. Allí, cada día sin ayuda significa más animales sin alimento, más pérdidas y sobre todo, más angustia para quienes han dedicado toda su vida a trabajar la tierra.
Testimonio de una hija que hoy pide ayuda por sus padres
Hoy nos tocó venir a dar una mano a mis padres. Ellos ya son personas grandes, y en este momento están atravesando una situación muy difícil. En el paraje El Tropezón, en el departamento de Cushamen, Chubut, se vive con mucha tristeza y preocupación. La plaga de tucuras ha arrasado con casi todo: los pastos, las huertas y las pocas siembras que se habían logrado mantener con tanto esfuerzo. A esto se suma la constante lucha por cuidar a los animales, que son la única fuente de sustento económico que tienen durante todo el año.
Ver a nuestros padres, que trabajaron toda su vida en el campo, hoy peleando contra esta situación, genera una enorme impotencia. No es fácil ver cómo el trabajo de meses, incluso de años, se pierde de un día para otro. Ellos siguen resistiendo, pero la realidad es que están solos, haciendo lo imposible para no perder lo poco que les queda.
Por eso pedimos que el Gobierno Provincial actúe con urgencia, que gestione la ayuda que tanto se prometió y que hasta ahora no llega. En tiempos de elecciones los funcionarios se hacen presentes, prometen soluciones y apoyo al campo, pero cuando realmente se los necesita, el silencio y la demora son las únicas respuestas.
Hoy el paraje El Tropezón necesita ser escuchado. Las familias rurales, como la de mis padres, merecen respeto y acompañamiento. No se puede seguir esperando mientras la tierra se seca, los animales se pierden y la gente siente que su esfuerzo ya no vale. Es un llamado desde el corazón, con tristeza pero también con esperanza de que esta vez las promesas se cumplan y la ayuda llegue antes de que sea demasiado tarde. explico Alejandra la hija de Sebastián Napal de Cushamen.
La urgencia es ahora
Lo que está en riesgo no es solo una temporada:
es la continuidad de una forma de vida rural que sostiene la identidad y el tejido social de toda la región.
Las familias de El Tropezón y de tantos otros parajes necesitan:
- 
Asistencia inmediata con forraje y logística para los animales.
 - 
Presencia técnica territorial de SENASA e INTA para coordinar controles y monitoreos.
 - 
Políticas sostenidas que contemplen la ruralidad dispersa y envejecida.
 - 
Respeto por los tiempos del campo: cuando se pierde el pasto, se pierde todo.
 
Cerrar los ojos ahora es abandonar a quienes nunca abandonaron la tierra
Que esta vez no sea tarde.
Que la respuesta no llegue cuando ya no haya nada que defender.
Firmado:
Familiares y vecinos del paraje El Tropezón, Departamento Cushamen, Chubut.



.jpeg)

1 Comentarios
Tendríamos que entrenar a los millones de Loros a comer las Tucuras
ResponderEliminarDéjenos Su Comentario aquí | NoticiasDelBolsón
Emoji