Aún cuando la policía neuquina no puede atrapar a los
asesinos de José Aigo, y mientras fuentes judiciales rionegrinas insisten con
que “no nos consta” el accionar de líderes guerrilleros chilenos en la región
andina sur, hay pruebas concretas que demuestran su accionar entre pobladores
del paraje rural ubicado al norte de El Bolsón.
Luego del allanamiento concretado en una chacra del cerro
Saturnino de propiedad de Juan Marcos Fernández, el hijo del intendente de San
Martín de los Andes, a quien se vincula como fletero de los dos sujetos que
dispararon contra los guardias en el paraje Pilo Pil, los esfuerzos de los
investigadores se basan en descifrar “un manuscrito en clave y su posible
vinculación a una célula terrorista chilena”.
Dicha pieza sería clave “para unir las partes de un
rompecabezas que hasta ahora los llevó a buscar un fantasma”, se graficó en
referencia a “la verdadera identidad del supuesto antropólogo” (alias Juan
Carlos o Chino), cuyo nombre real seria Jorge Antonio Salazar Oporto y sobre
quien se libró la captura internacional -una vez hecha la confirmación oficial
entre los dos países-, ya que efectivamente se trata de la misma persona
cotejando las huellas levantadas en la camioneta alquilada en Mallín Ahogado a
Fernández.
Concretamente, lo hallado es “un papel con impresión
respecto a tareas guerrilleras” que “demostraría un conocimiento previo entre
los protagonistas” del suceso donde perdió la vida el policía Aigo y se
balearon con el oficial Pedro Guerrero, quien los puso en fuga el pasado 7 de
marzo.
En otro allanamiento, en la propiedad donde habría estado
viviendo el presunto “antropólogo”, ubicada en cercanías del cerro Perito
Moreno, se retuvo una fotografía suya actualizada y “una tarjeta migratoria a
nombre de Juan Marcos Fernández”, que presumen se dejó de su último viaje a
Chile y que no entregó en el paso fronterizo. De allí, el fiscal neuquino
interviniente se habría llevado “un escrito similar, también en clave, que pone
en evidencia una posible vinculación ideológica de los protagonistas”.
En coincidencia, los funcionarios judiciales trabajaron
después sobre datos aportados por las pericias informáticas de dos computadoras
secuestradas (una en Mallín Ahogado), donde “reside el testigo procesado por
falso testimonio (Fernández), propietario y conductor de la camioneta en la que
viajaban los chilenos buscados”, se detalló.
Dichas tareas “apuntan a establecer la eventual red de
relaciones de Salazar Oporto en la región. En igual sentido se orienta el
planteo de la querella para reconstruir el viaje entre El Bolsón y Aluminé, que
quedó trunco con el crimen en el paraje Pilo Lil”, agregó la fuente judicial
consultada.
Hermanos
Cabe recordar que a pocos días del suceso que tuvo
trascendencia periodística internacional, el Movimiento de Izquierda
Revolucionaria y el Frente Patriótico Manuel Rodríguez -organizaciones de
resistencia armada que operan desde la clandestinidad en Chile-, se atribuyeron
la responsabilidad política por el asesinato del policía José Aigo y la
militancia de los dos prófugos por el caso a través de un comunicado difundido
por el Centro de Documentación de los Movimientos Armados (Cedema).
Las organizaciones retrataron a los dos evadidos, Juan
Carlos alias “el Chino” y Alexis Cortez Torres como “dos hermanos combatientes
de la resistencia popular”, y responsabilizaron incluso al gobierno de Cristina
Fernández por la integridad de esas personas, sometidas a una “cacería humana”.
No obstante, más allá de asumir el caso, se lamentaron por “el contexto
específico en que se produjo el desenlace, al que calificaron como un
“enfrentamiento en igualdad de condiciones”.
En medio, al personaje identificado como Jorge Antonio
Salazar Oporto se lo encuadró como “presunto integrante del denominado Ejército
Guerrillero de los Pobres-Patria Libre”.
Son revolucionarios
Al referirse a los prófugos, dice que “no son asesinos ni
terroristas. Son revolucionarios, guevaristas, internacionalistas, libertarios,
combatientes de la resistencia popular, comprometidos profundamente con las
luchas sociales y de los pueblos originarios del continente. 'Juan Carlos' y su
compañera de vida –hoy también perseguida y obligada a la clandestinidad–, son
trabajadores comunitarios y verdaderos luchadores en el corazón del Wallmapu.
Alexis, un trabajador siempre ligado a las luchas del norte minero que lleva en
la memoria las matanzas salitreras”.
Luego de trazar las diferencias entre los luchadores
sociales revolucionarios y los “asesinos y terroristas” de los “estados
policiales”, llamaron a “quienes luchan por la liberación social y la
revolución libertaria, organizaciones y comunidades mapuche, insurgentes,
subversivas, ácratas, organizaciones sociales, estudiantiles y poblacionales,
organizaciones de derechos humanos, a movilizarnos y a exigir respeto a sus
vidas, de diversas formas y de manera urgente con estos hijos del pueblo y su
ejemplar resistencia”.
Red de ayuda
La semana pasada, la edición digital del diario chileno “La
Segunda” reveló informes de inteligencia sobre los prófugos del crimen del
policía José Aigo, en los que por primera vez se deslizó que “la intención
inicial de Jorge Antonio Salazar Oporto y Alexis Cortés Torres habría sido
ingresar a Chile en forma clandestina, por algún paso del lado neuquino”.
También se dejó entrever que en Argentina habría “una red de ayuda” para los
sujetos buscados por acciones sediciosas en Chile.
Según el documento, “el crimen no fue un hecho aislado ni
fortuito. La organización denominada MIR-EGP o 'MIR estructura Sur' es la que
estaría detrás de los hechos relacionados con el crimen del policía José Aigo.
Al momento de los hechos, seguramente, estaban realizando alguna operación de
retorno clandestino a Chile o un posible transporte de recursos económicos”.
Antecedentes
El informe detalla que el MIR-EGP nace cuando militantes del
MIR históricos liderados por José Muñoz Alcoholado se opuso a su
desarticulación. Era “una organización política y militar” con redes
internacionales, que entre 1990 y 1996 realizó una serie de ataques explosivos,
aunque desde 1996 a 2006 realizaron sólo acciones esporádicas. La más llamativa
fue el asalto (diciembre 2004) a un Banco Estado en Loncoche y el atraco (junio
2005) a un INP (Instituto de Normalización Previsional) en Machalí que dejó cuatro
muertos”.
En 1997, “luego del ataque a los carabineros en Lontué, que
lo deja en calidad de prófugo, Salazar Oporto se habría instalado en
Argentina”, dice el texto. De hecho, uno de los detenidos por el atraco al INP
declaró que Salazar Oporto dictaba clases de técnicas de supervivencia y manejo
de armas de fuego en la zona limítrofe de Neuquén y las regiones del Bío Bío y
La Araucanía.
Respecto a Alexis Cortés (el otro prófugo), “las pistas”
desde Chile indican que fue miembro del FPMR y que actuó en la sección norte,
instalada en Coquimbo. Se le investigan viajes a Perú (1997 y 2005), Bolivia
(2011), Venezuela (2003) y Panamá (2004).
En Mallín Ahogado
Fernández declaró que Salazar Oporto, al que identificó como
“Juan Carlos”, era un vecino de su chacra de Mallín Ahogado que lo había
contratado para un flete entre El Bolsón y Aluminé, sin dar detalles sobre el
objeto de ese viaje. Pero una nota periodística firmada por Felipe Díaz P., del
diario “La Segunda”, sostiene la hipótesis del ingreso clandestino. Al parecer,
“Salazar Oporto (51) estuvo en la mira de la policía toda la primera mitad de
los '90. Participó en la fundación del grupo subversivo MIR Ejército
Guerrillero de los Pobres (MIR-EGP), el mismo que en 1997 atacó a una pareja de
carabineros en Lontué (VII Región) dejándolos heridos de bala”.
A esta comunidad llegó hace un año junto con su pareja, la
maestra Mariana Jiménez y la hija de ésta. Se instaló en Mallín Ahogado
procedente de la localidad de Cervantes. Allí vivió al menos dos años y pocos
vecinos lo recordaron puesto que su vida no distaba mucho de la que llevaba
actualmente. Según declararon sus ex vecinos, Salazar Oporto decía que su
profesión era la de paleontólogo, que aquí habría cambiado por la de
antropólogo.
Según datos recabados durante la investigación, el juez
neuquino Joaquín Cosentino supo también que Salazar Oporto solía salir con
destino desconocido y regresar “a los dos o tres días” de sus excursiones. Las
salidas en apariencia no obedecían ningún patrón regular, aunque iba equipado
con una mochila como la que se encontró en la caja de la camioneta Mitsubishi
que manejaba Juan Marcos Fernández el día del cruento asesinato de Aigo.
En 2010, cuando decidió cambiar de locación y mudarse a la
comunidad de Mallín Ahogado, el guerrillero prófugo habría comentado que se iba
por trabajo a Plaza Huincul, aunque no se registran hasta el momento huellas de
su paso por allí.
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