
Los diarios publicaron al día siguiente, sin mostrar ninguna novedad en su juego: fueron previsibles. Página 12, tituló “El que no salta es negro y K”, remarcando con esta frase el carácter de la marcha: agresiva e intolerante. Pero además, en su primer párrafo jugó también el prejuicio: “‘El que no salta es negro y K’. La consigna, coreada por un centenar de hombres y mujeres, jóvenes y viejos, prolijamente trajeados o en bermudas y musculosa, definía a la perfección el universo de manifestantes: ni negros ni kirchneristas. Cualquiera que cumpliera esas dos condiciones era bienvenido a una protesta en la que difícilmente dos participantes coincidieran en mucho más que eso. Así, miles de personas, convocadas a través de las redes sociales, los principales medios de comunicación opositores y arengadas por importantes figuras de la derecha (que ayer se cuidó bien de mostrar sus símbolos partidarios para no empañar la supuesta espontaneidad) llegaron por la noche a plaza de Mayo para participar de la marcha. Entre un enjambre de cámaras pocket y teléfonos celulares de alta gama que registraban todo lo registrable, banderas argentinas y carteles confeccionados a mano, cantaron el himno, insultaron a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, rememoraron, nostálgicos el ‘que se vayan todos’ pero, más que nada, hicieron mucho ruido”.
En cuanto a la agresividad que se expresó en la manifestación, el diario publicó (ponemos un párrafo como ejemplo) que “La violencia estaba del otro lado: ‘Puta, chorra y montonera’, gritaba hasta desgañitarse un grupo más exaltado que la mayoría de los participantes, mientras golpeaban los objetos que tuvieran a mano contra la reja que divide la plaza en dos desde hace una década. ‘Morite, yegua, morite’, acotó, al borde de las lágrimas, Raquel, una señora adornada por muchas joyas y un regio bronceado, preocupada porque ‘te prohíben viajar, te prohíben ahorrar, te prohíben gastar, te prohíben comprar dólares, no se entiende qué quieren que haga la gente’. Mientras tanto, los cantitos continuaban: ‘Andate a Cuba la puta que te parió’, coreaban algunos. ‘Pero dejanos los dólares’, agregó un cuarentón con pinta de oficinista, despertando algunos aplausos. ‘Me cago en la protesta por los dólares, yo no vine por los dólares. Yo quiero poder salir tranquila a la calle’, sostenía, en cambio, Mariana, empleada de una agencia de publicidad de 32 años que sostenía un cartel con la leyenda ‘Desacreditame ésta’ en negro sobre fondo rojo. ‘Ojala den crédito a esta minoría que se manifiesta y cambien algo’, se esperanzó. Muchos, de entre los más jóvenes, apelaron a la creatividad a la hora de expresarse. Uno llevaba una pancarta que decía ‘Tengo 16. No quiero votar, quiero chupar’. Agustín, estudiante de diseño gráfico de 24 años, llevaba otro, dibujado a mano, donde pedía ‘ser libre como Willy’, junto a un dibujo de la orca que se hizo famosa en las películas“.
La Nación tituló con artillería pesada: “Un masivo cacerolazo de protesta contra el gobierno se sintió en todo el país”. El diario reforzó la idea de la espontaneidad y asimiló esta manifestación a aquella que sucedió durante el conflicto por la 125: “Cacerolas, tapas de pavas, silbatos, bocinas, trompetas, bombos, redoblantes, o simplemente estruendosos aplausos. Todo lo que hiciera mucho ruido sirvió ayer como estandarte para la mayor manifestación de protesta antikirchnerista desde la crisis del gobierno con el campo, en 2008. Sin banderías políticas visibles, la protesta surgida desde las redes sociales durante las últimas semanas logró juntar, pasadas las 19.30 y durante más de dos horas, a una multitud en la plaza de Mayo, en otros barrios porteños y en las principales ciudades del interior. Según fuentes de la policía metropolitana, frente a la Casa Rosada se congregaron unas 200 mil personas, aunque expertos consultados por La Nación calcularon entre unas 50 mil y 60 mil personas”.
Para La Nación, a diferencia de Página 12, la marcha no se desplegó en un tono agresivo: “Las consignas de la marcha, que se desarrolló de manera tranquila y sin incidentes, fueron variadas: el cepo al dólar, la intención reeleccionista del kirchnerismo, los seis pesos que según el INDEC alcanzan para comer por día y los escándalos de corrupción que salpican al gobierno -como la imprenta Ciccone- fueron los motivos principales de crítica de los presentes, un heterogéneo mosaico con muchísima presencia de mujeres y jóvenes”.
Clarín, igual que La Nación (o La Nación igual que Clarín): “Fuerte protesta en todo el país contra el gobierno”. Coincidieron los diarios en mencionar la extensión de la protesta en todo el país, también en relacionarla con el conflicto del campo; en la ausencia de banderas políticas y en los reclamos: “Miles de personas se manifestaron anoche en Buenos Aires y las principales ciudades del país en la movilización más importante contra el gobierno deCristina Kirchner desde los tiempos de la batalla por la resolución 125. La convocatoria, que creció informalmente a través de las redes sociales en internet, tuvo como consignas el reclamo contra una posible re-reelección presidencial, la inseguridad, el abuso en la utilización de la cadena nacional, las restricciones para las importaciones, la compra de dólares y los viajes al exterior, entre otras decisiones del gobierno. Antes de las 08.00 de la noche, la gente bajaba por las diagonales Norte y Sur hacia la plaza de Mayo haciendo sonar cacerolas, cornetas, silbatos y latas de conserva. ‘Se va a acabar la dictadura de los K’ y ‘Que se vaya, que se vaya’, eran los estribillos más repetidos que surgían espontáneamente en una plaza sin escenario ni liderazgos. También se veían muchos carteles con leyendas ‘por la democracia’, ‘contra el autoritarismo’ y con críticas e insultos para el vicepresidente Amado Boudou”.
Aquí, las publicaciones de los medios, que no sorprenden, que responden a una línea que vienen manejando. Más allá de ellos, este tipo de manifestaciones invitan a la reflexión y nos obligan de alguna manera a pararnos en un lugar (no hay dos lugares solamente, me rehúso a creer que son ellos o nosotros). Entiendo que las manifestaciones "en contra de..." sin propuesta alguna, son solo eso: quejas. Y creo que la clase media, media-alta de nuestro país, es especialista en quejarse y quejarse. ¿Nos podemos quejar con odio?. Podemos hacerlo, nada lo impide, pero de esta forma, tendremos pocas chances de realizar una construcción política. Nadaremos en la queja. Por otro lado, considero que las manifestaciones (válidas todas, de cualquier índole) resultan positivas cuando se reclaman derechos no obtenidos, cuando se lucha con una propuesta que la sostenga, que la englobe, que la dirija. La queja de los privilegiados es eso: un derecho que debemos respetar (a que se quejen).
Esta manifestación, la del día jueves, profundiza la polarización idiota que atraviesa a muchas capas de nuestro país. Una manifestación de personas que se ponen en contra de y no a favor de los que los acompañan. Una queja que le quita espacio, dimensión política (por la repercusión innegable de los medios, porque estos mismos acallan otras y también porque estas otras no tiene éxito mediático o simplemente no tienen qué) a otros reclamos genuinos, más urgentes.
Creo que debería haber más manifestaciones, más reclamos. Cacerolas que resuenen para exigir una reforma tributaria con impuestos progresivos, una política agraria e industrial, una política profunda de intervención e inversión estatal en la salud y en el transporte público. En definitiva, una redistribución equitativa de la riqueza. (www.REALPOLITIK.com.ar)
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