Freydoz, emoción violenta o in imputabilidad?


Freydoz en el inicio de la audiencia de ayer. El perito Risso dijo que la mujer padeció Cuando el juicio por el asesinato del ex gobernador Carlos Soria contra su viuda Susana Freydoz , entra en la recta final se empiezan a escuchar términos como emoción violenta o in imputabilidad  en fueros judiciales se evalúa una extensión en este juicio.


"Hay respuestas que logran desquiciar a una mente predispuesta".
Ese fue uno de los conceptos centrales que expuso ayer el perito oficial, Ricardo Risso, para explicar que Susana Freydoz se encontraba bajo el estado clínico de emoción violenta cuando disparó contra Carlos Soria.
Freydoz apretó el gatillo del revólver Smith & Wesson calibre 38 alrededor de las 4 de la madrugada del 1 de enero, pero su decisión tuvo un trasfondo que había empezado a configurarse mucho antes y que fue relevante para el psiquiatra que la entrevistó tres veces luego del asesinato.
La mujer de Soria padecía "el oprobio", aseguró el perito, quien a lo largo de dos horas y media describió ayer las características de la personalidad de la imputada y sostuvo que "acá hay años de sensibilización".
"Ella nunca recibe la contención, el elogio, el reconocimiento", precisó Risso sobre el vínculo de Freydoz con su marido. Por eso indicó que "el hecho estaba ahí, dispuesto a ocurrir", ya que había una "atmósfera" creada con anterioridad, que en el último día del 2011 contó con "una sumatoria" de cuatro o cinco hechos puntuales de discusión.
Si bien no quiso entrar en detalles, el ex perito de la Corte Suprema contratado por el Poder Judicial rionegrino dejó en claro que las palabras utilizadas por Soria en la última pelea en la habitación matrimonial fueron decisivas.
"Una palabra tiene efecto terapéutico", concluyó el experto antes de recordar que "esa noche pasaron cosas terribles" y que Freydoz sintió "una injuria que abarcó un aspecto sustancial de su persona, un derrumbe de la autoestima, una denigración a niveles insoportables".
De todas maneras, para confirmar su opinión de que la mujer es penalmente imputable, aclaró: "Decir que ha estado impedida de asumir una conducta diferente es hablar de alienación mental, y esa no es la impresión que yo tuve".
"Ella organizó su calvario, pero no fue la única", fue otra de las afirmaciones del profesional, quien también tuvo una respuesta para la pregunta de por qué no se separaban. "El odio une más que el amor", dijo antes de argumentar los factores necesarios para cada uno de esos sentimientos.
También habló del suicidio, precisando que durante las entrevistas surgió el relato de un hecho anterior a la fatal discusión, que aparentemente fue tan intenso que "movió al marido a contenerla".
Y en la última pelea también hubo referencias similares, ya que su hija María Emilia –según se recordó ayer- escuchó decir a su madre: "entonces me voy a matar por culpa tuya".
Hasta el momento no se conoció en el juicio por qué Freydoz cambió esa postura y disparó contra su esposo, pero Risso concluyó ayer que "si hubiese recibido una palabra de afecto, de comprensión, amortiguación, contención, se hubiese modificado el desenlace".
"El camino de la
emoción violenta"
Durante la primera parte de su declaración Risso fue minucioso para explicar cuáles fueron los elementos observados durante las entrevistas que lo llevaron a concluir que Freydoz actuó bajo emoción violenta pero no en un estado de alienación mental que la transformaría en inimputable.
El psiquiatra dijo que la encontró "muy lúcida, sedada, abrumada y con un uso casi irrestricto de sus facultades mentales".
En ese contexto, tenía recuerdos precisos, otros nebulosos y otros perdidos sobre lo ocurrido en la madrugada del 1 de enero, algo que más tarde ubicó –ante una pregunta de la fiscal Laura Pérez- como "el camino de la emoción violenta".
"Entendía lo que había pasado, hablaba con cierta lentitud pero con total precisión. Pudimos ver enojo, tristeza, mucho remordimiento y reflexión sobre otros carriles de la relación de ambos (con Soria) que hubieran hecho distintas las cosas", describió Risso.
Por otra parte, descartó la posibilidad de que Freydoz se haya convertido en el período previo al asesinato en una adicta al alcohol o los sedantes, agregando luego que tampoco hubo signos de un síndrome de abstinencia (ver aparte).
Risso también fue amplio en su explicación cuando le preguntaron por qué no encontró en Freydoz a una persona con delirio paranoico.
Esos "son delirios que se arman sobre una base falsa, pero los elementos son perfectamente comprobables. No cualquiera puede tener un delirio paranoico. Eso se organiza sobre una personalidad paranoide", respondió antes de describir que en esos cuadros predomina "la suspicacia, la sobrevaloración personal, la susceptibilidad, el orgullo personal, que no se dan en este caso".
"Los paranoicos no tienen amigos. Tienen aliados o enemigos. Y desde chicos. Es una característica que se va desarrollando hasta que aparece el delirio paranoico", especificó.
Y sobre los hechos delictivos como los asesinatos, enfatizó: "El paranoico se queda con la seguridad de que estableció el orden, de que hizo lo que tenía que hacer. A lo sumo se puede lamentar de no haberlo hecho mejor".
Esos rasgos no fueron hallados en Freydoz, sobre quien el médico también descartó un trastorno bipolar, considerando que en realidad se trata de una persona con conducta "sintónica", que nunca está introvertida sino que permanece en contacto permanente con el exterior, ya sea para criticar, halagar o hacer conocer su opinión sobre cualquier tema.
En otra parte de la declaración precisó que al momento de entrevistarse encontró a una mujer "belicosa, desconfiada, sobrevalorada, entristecida por la pérdida de la rozagancia y por la pérdida de competitividad en el mercado de las mujeres elegibles". De todas maneras, en su informe consignó –y ayer ratificó- que tuvo una "apreciable sinceridad" para contestar preguntas.
Risso concluyó que esa depresión que padece Freydoz "es la consecuencia que paga una persona que no es una asesina y comete un asesinato".
(Redacción Central)