Freydoz se encontraba irritable y angustiada.

Hamdan comentó que un mes después del hecho Freydoz se encontraba irritable y angustiada.
El médico del cuerpo forense Ismael Hamdan atendió a Susana Freydoz en la mañana del 1º de enero y lo hizo a pedido del juez que instruyó la causa. El profesional dijo ayer en el juicio que la imputada estaba "orientada psíquicamente", aunque evidenciaba un agotamiento notorio.

"Respondía lento pero coherente y no presentaba ideaciones receptivas ni alucinaciones", graficó. Agregó que su actitud era de "entrega y buena predisposición".
Hamdan trabaja para el Poder Judicial desde hace 24 años y ayer reconoció en el debate que tuvo que hacer un esfuerzo para atender a Freydoz porque él también estaba consternado por la situación.
Aseguró que no tenía una relación de amistad con el matrimonio pero dijo que los conocía y los apreciaba mucho.
En un primer momento, el profesional estaba designado para participar de la autopsia que le practicaron a Carlos Soria pero después el juez Emilio Stadler lo llamó y le encomendó que revisara a Freydoz.
La mujer llegó acompañada por su hija María Emilia y su yerno Mariano Valentín. Cuando entró al consultorio ingresó prácticamente en los brazos de la pareja pero después mostró buena predisposición y respondió todas las preguntas.
"Al principio le dije si me recordaba porque un mes antes habíamos estado juntos en el aniversario de la independencia de la República del Líbano y me contestó que sí", indicó el médico. Después la recostó en una camilla y Freydoz estaba tan cansada que por momentos se dormía.
"No se evidenciaban trastornos sensoperceptivos pero el agobio y el agotamiento eran notorios", explicó.
Hamdan agregó que la mujer presentaba capacidad de autorreferenciarse, estaba lúcida y aunque hacía un esfuerzo respondía de forma adecuada.
"No encontré alteración evidente más allá del estado general de cansancio", aseguró el profesional. También dijo que no presentaba ideaciones ni alucinaciones. En ningún momento reflexionó sobre el hecho.
El médico se entrevistó con Freydoz en cuatro oportunidades: el día del asesinato, el 26 de enero (esa vez recomendó su internación), el 28 de febrero y el 28 de marzo. Cuando la visitó en la casa de su hermana en la ciudad de Allen, la acusada evidenció su disconformidad con el sistema judicial y formuló consideraciones despectivas hacia los jueces y fiscales.
"Cómo creen que yo pude haber matado, por qué me persiguen", habría manifestado Freydoz según los dichos del médico.
Ese día, la mujer no presentaba mayores alteraciones. Tenía conciencia de la realidad y de su situación procesal. Evidenciaba angustia, irritabilidad y enojo.
"Una tristeza profunda que la sumergía en un estado depresión", interpretó el médico.
El profesional admitió que la mujer estaba enojada con ella misma y que tenía temor de ir a la cárcel. Estaba protegida en una habitación donde sólo había un televisor.
"Hacía crisis por no poder resolver la situación y manifestaba sus deseos de morir", agregó. En esta situación, el médico le recomendó al juez Stadler que disponga su internación en el hospital de Cipolletti para que la mujer pudiera someterse a un tratamiento que le permitiera sobrellevar todo el proceso. En la casa de Allen, suponían que Susana escondía la medicación para no tomarla o consumirla toda de una sola vez con el objetivo de quitarse la vida.
"No vi un inminente peligro pero sí un riesgo para su vida", indicó Hamdan. Le explicó al Tribunal que el deseo de morir es la primera instancia de la ideación suicida. "Después la persona se imagina muerta, luego lo planifica y termina con la tentativa o suicidándose en el peor de los casos", relató.
El médico mantuvo entrevistas muy extensas con Freydoz. Llegaron a conversar más de dos horas aquella oportunidad en Allen.
Ella lloraba mucho y sentía un desmoronamiento personal, según las palabras que utilizó el profesional durante su declaración.