Durante
1947, año en que es sancionada la ley del voto femenino, intensos debates se
dieron en el Congreso de la Nación. Acaloradas discusiones que nos remontan
hasta la fecha con el voto a los 16 años. Ampliación de los derechos,
profundización de la democracia. De eso se trataba. De eso se trata. Las
banderas del proyecto nacional y popular siguen firmes y flamean hoy más que
nunca.
Por
aquellos años un senador nacional se preguntaba: ¿y qué pasa si una mujer llega
a ser presidente? La ventaja de la historia recorrida nos da la respuesta. Sin
embargo, los mismos prejuicios de antaño renacen al calor del voto juvenil, del
voto adolescente. Con estas actitudes, da la impresión de que a ciertos
sectores sociales les sigue molestando la ampliación de derechos y la consolidación de un modelo más inclusivo,
más participativo.
Asimismo,
se afirmaba que la mujer no tenía la suficiente madurez política para ejercer
un derecho tan básico como elegir a quienes conducirían nuestro país. Hoy se
afirma que los jóvenes no están preparados y educados lo suficiente como para
decidir.
Nosotros
respondemos frente a tales reparos que todos los argentinos debemos ser
protagonistas y forjar el futuro que queremos, que soñamos. Mientras mayor sea
el universo de representación de nuestra democracia más lejos quedarán los
privilegios de unos pocos.
Se nos
dice que con esto no alcanza y que falta mucho camino todavía y muchos derechos
para recorrer y para otorgar a la juventud antes de que tengan la posibilidad
de votar. Sin embargo, yo creo que en estos nueve años hemos avanzado a paso
firme y con único objetivo: una Argentina inclusiva, igualitaria y con justicia
social.
Herman Avoscan
Diputado
Nacional
Frente
para la Victoria
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