
A pesar de la victoria militar (un autor brasilero Manuel de Oliveira Lima señaló en su libro Formación Histórica de la Nacionalidad Brasileña que “la Argentina pudo reclamar para sí los mejores triunfos militares y diplomáticos”), desde el gobierno de Rivadavia se buscó una paz que terminaría perjudicando a nuestro país con la pérdida del actual Uruguay, que era una de sus principales provincias.
Es que atrás de la guerra con el Brasil siempre estuvo operando Gran Bretaña, que terminó logrando uno de los principales objetivos del imperio: evitar que la Argentina tuviera el dominio en su totalidad del Río de la Plata, y por ende del puerto de Montevideo.
Como señaló George Canning, el diplomático inglés que mayor intervención tuvo para segregar la Banda Oriental y el Alto Perú, y que todavía tiene una estatua en Buenos Aires: “Es inconveniente que una sola nación posea las dos orillas del río, pues tendría gravitación decisiva en el Atlántico Sur”.
No es casual que el Dr. Manuel José García, comisionado por Rivadavia para negociar la paz con el Emperador Pedro I firmara el 24 de mayo de 1827 un tratado vergonzoso, donde no solamente se entregaba al Brasil la Banda Oriental, sino que en el art. 8º se establecía que ambas naciones se comprometían “a solicitar juntas o separadamente, de su grande y poderoso amigo el Rey de la Gran Bretaña el que se digne garantizarle por espacio de quince años la libre navegación del Río de la Plata”.
Este acuerdo indignó al pueblo y al ejército que habían derramado su sangre victoriosamente en los campos de batalla, lo que obliga a Rivadavia a desaprobar el tratado firmado por García.
No obstante, como responsable político de todo este desastre diplomático, renuncia el 28 de junio. Dorrego se hace cargo del gobierno, y envía nuevos comisionados a negociar con Pedro I.
El hecho que el emperador brasilero aceptara estas nuevas conversaciones que echaban por tierra lo acordado por el comisionado García, marca nuevamente que su ejército se encontraba totalmente desmoralizado por las victorias conseguidas por los argentinos en batalla.
Gran Bretaña participó activamente de las negociaciones a través de Lord Ponsomby y por eso el 27 de agosto de 1828 se suscribe la Convención Preliminar de Paz entre ambos países, donde se reconoce la independencia temporaria de la Banda Oriental, a la vez que se transforma al Río de la Plata “y de todos los otros que desaguan en él” en ríos internacionales para la navegación.
El Congreso Argentino, reunido en Santa Fe el 26 de septiembre de 1828, ratificó este acuerdo perjudicial para nuestro país y favorable a todo el proceso de balcanización que se produjo en las tierras que formaban parte del Virreynato del Río de la Plata impulsado por Gran Bretaña. Cabe señalar además que los propios diputados orientales que participaron del Congreso de Santa Fe rechazaron y protestaron la aceptación del acuerdo.
Y se traicionó a Artigas, que debe ser considerado un patriota nacional, no sólo uruguayo, que siempre quiso que la Banda Oriental formara parte de las Provincias Unidas, aunque bajo un sistema federal, no el unitario que propugnaba la burguesía comercial porteña. (APP)
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