Alrededor de las nueve de la noche, bajo una tenue llovizna, las luces del auditorio 774 comenzaron a apagarse. Y lo que se encendió después fue la música, el arte y la comunión que se genera entre el público y los grandes artistas. El silencio respetuoso, los coros sentidos, la atención expectante. Todo eso se podía palpar en el auditorio colmado por más de cuatrocientas personas.
La cantante local Anahí Pereyra, acompañada por el bajista Leonardo García, marcaron la pauta de que lo que vendría en el resto de la velada era algo muy especial. Las canciones propias y aquellas creaciones que ya son parte del patrimonio de la humanidad ("Aguas de marzo", "Durazno sangrando", "Esa tristeza", de Eduardo Mateo), apropiadas por "la Negra" Pereyra conmovieron al público y ayudaron a crear el clima de lo que sucedería a continuación.
Liliana Herrero subió al escenario acompañada por el guitarrista Pedro Rossi y el percusionista Mario Gusso. Luego de los aplausos llegó el silencio, y luego las palabras emocionadas de Herrero. Y las canciones, por supuesto.
"No estamos cantando en cualquier momento, estamos cantando en el peor momento de la Argentina, y el fallo de la corte de ayer fue abominable", dijo, y el público aplaudió a rabiar.
Ramón Ayala, Juan Falú, Violeta Parra, Fandermole. El ADN de nuestra patria y la patria grande se dieron cita en Epuyén, donde varias generaciones corearon las composiciones que marcaron la memoria emotiva y política de tantos.
Liliana, agradecida por la invitación y por el motivo del recital, también se mostró subyugada por la belleza natural de la zona.
La generosidad de Liliana se percibió en todo momento. En el agradecimiento a todos y todas; en la invitación a tocar una canción a Anahí Pereyra y otra a Leonardo García; en las palabras llenas de militancia y fuerza para resistir lo que sucede, y esperar y construir lo que vendrá.
Al terminar su visita, Liliana Herrero comentó: "Nunca había estado en esta comarca tan bella geográficamente hablando. Sorprendente todo lo que vi. Pero por fuera de eso, me emocionó estar con compañeros con los que compartimos las mismas preocupaciones, los mismos temores ante una argentina diezmada por modelos socioeconómicos absolutamente dañinos para nuestro pueblo. Eso me reconfortó. Tal vez por eso canté con todo mi corazón ante un público respetuoso y eufórico ante ese encuentro dispuesto a resistir y volver a pensar esta patria dolida. No era un día cualquiera. El día anterior habíamos conocido el fallo de la corte suprema de este país en el cual se aplicaba por ley el famoso 2 por uno a los genocidas de la última dictadura militar. Entonces canté con mas fuerza pensando en la consigna de los organismos de derechos humanos de este país: "señores jueces: nunca más. Ningún genocida suelto".
Estas palabras acompañaron el espíritu de todo el concierto. Mis compañeros, Mario Gusso y Pedro Rossi agradecidos por este recibimiento. No hay música sin memoria poética, musical y política".
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