Postales de Osorno: como la Argentina de 2001

Los comercios se protegen con chapas y maderas de los ataques. Los argentinos brillan por su ausencia.

Persianas cerradas, negocios tapiados, shoppings con accesos restringidos, espacios públicos vandalizados. El centro de Osorno, la ciudad chilena más cercana al paso Samoré, cambió su aspecto en cuestión de semanas, desde que las protestas contra el gobierno de Sebastián Piñera se generalizaron en el sur de Chile. “Los argentinos que cruzan son muy valientes”, exageró la vendedora de la sucursal de una de las grandes tiendas.

Los problemas están “acotados a cierta zona del centro y en un horario de la noche”, le dijo a “Río Negro” el presidente de la Cámara de Comercio de Osorno, Juan Horacio Carrasco.
Los días en las aduanas de ambos países, que hasta el año pasado debieron ampliar los espacios de atención y de estacionamiento, transcurren en calma.

La devaluación del peso argentino ya había alejado a los argentinos del comercio de Chile; el salto del 12 de agosto, luego de la derrota del presidente Macri en las primarias, terminó de perjudicar las ventas a extranjeros en Osorno, Puerto Montt, Temuco y Valdivia, las cuatro ciudades más pobladas con limitan con las provincias de Río Negro y Neuquén.
Una farmacia del centro de Osorno protegida con chapas.
Carrasco hizo notar que en Chile también se devalúa la moneda, lo que favorece el comercio para los extranjeros. De todos modos, no es la misma relación de precios de años atrás y es notoria la caída en las ventas.
Para colmo, la ruta que une la frontera con Osorno, 215, está en reparación de Entre Lagos hacia el oeste, y hay tramos enteros de ripio y otras travesías de una sola mano.

Lo que antes se hacía en una hora, en estos días tarda más de dos.

Por eso, en Entre Lagos y en toda la zona de Puyehue, donde hay complejos termales, se nota la falta de turistas: desde el este, a través de las montañas, los argentinos tienen condiciones económicas desfavorables; y la ruta en reparación más el clima de convulsión social aleja a los chilenos, según le contó a este diario la moza de uno de los restaurantes más antiguos de la zona ubicada en torno del lago Puyehue.

Como el corralito

En cierto aspecto, la imagen que devuelven los frentes de los comercios del centro de Osorno entra en la mente de los argentinos como una reminiscencia del corralito de 2001, cuando los bancos debieron cubrir sus frentes con murallas de metal para evitar destrozos.

Una recorrida por el centro permite ver a la luz del sol las consecuencias de lo que ocurre en la noche. “¿Hasta qué hora es hoy?”, le preguntó una vendedora a otra el sábado pasado, “Hoy hasta las siete”, le respondió. Efectivamente los comercios suelen cerrar antes de que llegue la noche.

“De día está tranquilo, pero en la noche es tierra de nadie”, dijo un comerciante del centro de la ciudad.

Carrasco dijo que “existe un impacto negativo principalmente en los comercios del centro. En los barrios hay una situación normal. Tenemos todos los hoteles abiertos, todos los restaurantes abiertos. A veces se exagera un poco afuera lo que está ocurriendo en Chile”, opinó.

“Vemos a muchos argentinos comprando en las calles”, aseguró el dirigente empresario.

“Hay pocos negocios cerrados por vandalismo. Algunos comerciantes están con un tema de prevención”, añadió, en alusión a las maderas y chapas que cubre puertas y vidrieras de negocios y malls.R.N





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