Hallazgo de plásticos en el aparato digestivo de una ballena franca austral en Argentina


Es el primer registro de ingestión de plástico por una ballena franca austral. El estudio, recientemente publicado en la revista Marine Pollution Bulletin, destaca el alcance del problema del plástico en los océanos.


Los investigadores del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral, liderado conjuntamente por la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de California, Davis y el Instituto de Conservación Ballenas, encontraron desechos plásticos en el tracto digestivo de una ballena franca austral varada muerta en las costas de Península Valdés, Argentina.

Este hallazgo fue recientemente publicado en la revista Marine Pollution Bulletin y representa el primer registro de desechos macroplásticos en esta especie. El estudio fue financiado por The Island Foundation, UC Davis y el Instituto de Conservación de Ballenas.


Fragmentos de sogas y envoltorios plásticos encontrados en el contenido intestinal de la ballena franca
La ballena juvenil macho fue encontrada muerta en las costas del Golfo Nuevo en Península Valdés, Argentina, en 2014. El área es clave para la reproducción de las ballenas francas, y fue declarada Patrimonio Natural de la Humanidad por UNESCO por su valor para la conservación de la fauna marina y terrestre. 

Los investigadores examinaron el contenido intestinal de la ballena y encontraron fragmentos de soga de nylon y envoltorios plásticos. Aunque la necropsia indica que la ballena probablemente no murió por ingerir este plástico, el estudio hace visible el amplio alcance e impacto del plástico en los océanos. 

El plástico: una crisis planetaria
La contaminación plástica es considerada una crisis planetaria por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente. Producimos más de 300 millones de toneladas de plástico al año. Se estima que 8 millones de toneladas de desechos plásticos llegan a los océanos cada año, por lo que si no se deja de arrojar residuos, en 2050 el océano tendrá más plástico que peces.

Marcela Uhart, directora del Programa Latinoamericano del Karen C. Drayer Wildlife Health Center, Facultad de Ciencias Veterinarias, Universidad de California, Davis y coautora de la publicación, expresa:

«Se han documentado más de 800 especies marinas afectadas por plásticos, incluyendo todas las especies de tortugas marinas, más del 40 por ciento de ballenas y delfines, y el 44 por ciento de las aves marinas. Este estudio es una prueba contundente del daño que le estamos haciendo a nuestro planeta y que las ballenas están entre las especies que estamos poniendo en riesgo.»

La Dra Uhart es fundadora y co-directora del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral desde 2003. El mismo tiene como objetivo identificar los riesgos para la salud de las ballenas mediante el examen de aquéllas que mueren en Península Valdés. 

«No podemos señalar con el dedo»
El Dr. Mariano Sironi, Director Científico del Instituto de Conservación de Ballenas y co-director del Programa de Monitoreo Sanitario Ballena Franca Austral, sostiene:

«Mientras que la ballena franca del Atlántico Norte está en vías de extinción, las ballenas francas australes son un ejemplo de esperanza. Las ballenas francas australes fueron casi exterminadas por la caza comercial antes de que la práctica fuera prohibida en la década de 1930. Desde entonces se han recuperado lentamente y ahora son consideradas una especie ‘de preocupación menor’ por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN)».

Las ballenas francas australes migran anualmente a la zona de cría de Península Valdés en Argentina después de pasar los meses de verano alimentándose en las zonas ricas en nutrientes del Atlántico Sur y en las aguas subantárticas. Al final del invierno y luego de un largo período de ayuno en la Península, necesitan recuperar sus reservas de grasa. Por ello se alimentan en primavera y verano. Para alimentarse barren la superficie del mar con la boca abierta, por la que ingresa el agua que luego expulsan y filtran a través de las barbas para atrapar su principal fuente de alimento, el zooplancton, los copépodos y el krill. 

Cuando los investigadores encontraron a la ballena juvenil muerta, el estado de su proceso digestivo indicaba que probablemente había ingerido el plástico recientemente, mientras estaba en los golfos de Península Valdés. 









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