Los encantos de Cholila, la joya del verano en el oeste chubutense


“Paraísos naturales hay muchos, pero edén hay uno solo y lo tenemos acá. Solo hay que tener cuidado de que Adán no lo vea mirando a Eva, porque se enoja y tira manzanas”, bromean los lugareños mostrando el paisaje del lago Cholila absolutamente planchado, con los bosques de cipreses trepando hasta las cumbres de los cerros Dos Picos (2.515 msnm, el más alto de la provincia del Chubut) y Tres Picos, con sus casquetes de hielos eternos.

Al igual que todo el corredor andino, esta localidad del oeste chubutense vive una temporada turística soñada, con plena ocupación hotelera y cientos de excursionistas que recorren a diario las rutas en búsqueda de aventuras por sus parajes cargados de historia y el encanto de su naturaleza pródiga.

“Estamos lejos del ruido, los bocinazos y las largas colas de espera de otros destinos turísticos. Acá nos interesa mantener la paz y la tranquilidad, nuestro mayor potencial. Es una satisfacción saber que los visitantes siempre quieren volver a Cholila porque los hicimos sentir bien, abrimos las puertas de nuestro hogar y nos mostramos como somos: gente campesina y sencilla, dispuesta a brindar amistad”, reflejó la propietaria de una parrilla preparando ayer una docena de empanadas para una familia con rumbo al lago Lezana.

Su fama de ofrecer “la mejor carne del mundo” radica en la tradición campesina de más de un siglo, sumada a la excelencia de las pasturas de sus valles y la calidad de los animales. De hecho, es la sede de la Fiesta Nacional de Asado, que por la pandemia no se puede realizar. No obstante, hay locales gastronómicos que permiten comprobar “las razones de un buen costillar” o, simplemente, pasar por alguna de las carnicerías del pueblo y cocinar en la orilla de un lago.

Un capítulo aparte para las bondades de la pesca deportiva en la zona, con  escenarios naturales que  incluyen los lagos Cholila, Lezana, Mosquito y Rivadavia, junto a las flotadas por el río Carrileufu (famoso por las capturas del salmón encerrado); el río Tigre y varios arroyos y lagunas que “conllevan la oportunidad de practicar su deporte favorito en varios ambientes en pocos minutos”.


De igual modo, Cholila es el portal norte del Parque Nacional Los Alerces, con acceso a los lagos Verde, Menéndez, Futalaufquen y el Alerzal Milenario. La Villa Lago Rivadavia ofrece a los visitantes varios complejos para alojarse, gastronomía y la posibilidad de senderos hasta miradores en el cerro La Momia, desde donde se puede acceder también a la laguna Villarino, un verdadero tesoro escondido en medio de las montañas.

Sobre la ruta, están los aleros de Cerro Pintado, un yacimiento de pinturas rupestres de miles de años de antigüedad, que reflejan el paradero de la tribu de los chulilasken (del parentesco tehuelche “Chuwach A kuna”), los nativos de la región.

En tanto, en la entrada norte a Cholila está la cabaña  construida en 1901 por los famosos bandoleros norteamericanos Butch Cassidy y Sundance Kid, miembros de la renombrada Wild Bunch (banda salvaje) que asaltó trenes, bancos y comercios en EEUU. Entre ellos, también llegó Etha Place, célebre por su puntería.

A pocos metros, está el bar temático y museo “La Legal” con una muestra de los elementos de época que formaron parte del almacén de ramos generales de la familia Daher, además de la particular historia de las andanzas de los pistoleros por la Patagonia. Antes de partir, imperdible sacarse una foto “con ropa, pistolas y sombreros de vaqueros; más la posibilidad de ver la película documental filmada en este valle con una producción americana y donde participan algunos lugareños, como Sonia Perry, bisnieta del sheriff estadounidense, oriundo de Texas, John Comodoro Perry, quien fue parte de los pioneros llegados por aquella época”, adelanta la dueña, Nora Jalil.

A la hora de elegir una excursión, la oferta incluye desde el trekking por los cerros; cabalgatas hasta lugares increíbles, como el arroyo El Turco; las tardes de remo bajando por el río Carrileufu desde el lago Cholila hasta el Rivadavia y, por supuesto, las jornadas de pesca que quedarán para siempre en el recuerdo.

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