A 10 años de Ni Una Menos: el Consejo de Mujeres y Disidencias de El Bolsón renovó su compromiso con la memoria y la justicia




En el marco del aniversario de la histórica marcha del 3 de junio, el Consejo Local de Mujeres y Disidencias de El Bolsón realizó una serie de actividades para visibilizar femicidios ocurridos en la región, reclamar políticas públicas y reforzar el tejido comunitario.
Al cumplirse una década del surgimiento del movimiento Ni Una Menos, el Consejo Local de Mujeres y Disidencias de El Bolsón llevó adelante diversas acciones conmemorativas y de lucha. Entre ellas, se destacó la colocación de señalizaciones en espacios donde ocurrieron femicidios: uno de ellos en el barrio Andén, en memoria de Carolina Calfulaf, asesinada en febrero de este año.

La memoria como acción colectiva
En diálogo con este medio, las referentes del Consejo —Sandra Contreras, Tamara Beduyetti y Alina De Haro— compartieron sus reflexiones y el sentido profundo de estas intervenciones.

Sandra Contreras expresó
“Ayer fue un día emblemático. La jornada de Ni Una Menos se replica a nivel nacional, latinoamericano e internacional. Es una respuesta colectiva al grado de violencia que se lleva la vida de nuestras hermanas. Desde el Consejo de Mujeres y Disidencias de El Bolsón decidimos dedicar todo el mes a renovar la cartelería en los sitios donde ocurrieron femicidios. Ayer colocamos los de Otoño Uriarte y Carolina Calfulaf”.

Sobre el caso de Otoño Uriarte, agregó:
“Se respetó el largo proceso de 18 años de impunidad, pero hoy debemos decir que para Otoño no hay justicia. Hay una verdad parcial, una verdad ‘traída de los pelos’, con autores materiales enjuiciados pero sin investigar el entramado de poder que estuvo detrás”.

Carolina, Lucinda y las ausencias que duelen
Tamara Beduyetti sumó su análisis: “Este Ni Una Menos cumple 10 años, pero los femicidios son históricos. Antes eran llamados crímenes pasionales. El movimiento vino a nombrar lo que antes se silenciaba. Desde el Consejo respetamos el dolor de cada familia. Por eso los carteles se colocan en momentos consensuados y con profundo respeto”.

También recordó el primer femicidio registrado en la región:

“El caso de Lucinda Quintupuray, asesinada en 1993, fue el primero. En junio iremos a colocar su cartel en la Cuesta del Ternero, su territorio, por el que luchó y donde fue asesinada”.

Respecto al reciente femicidio de Carolina Calfulaf, Tamara describió una escena estremecedora:

“El femicidio ocurrió en plena zona urbana. Vecinas del barrio Esperanza, no organizadas políticamente, se acercaron a contar las violencias que viven a diario. Nos preguntaban cómo fue posible que, en un barrio de casas grandes con ventanales, nadie hiciera más que llamar a la policía. Por eso marchamos gritando: ‘Vecino, vecina, no sea indiferente, nos matan a las pibas en la cara de la gente’”.





“El feminismo también salva vidas”
En una reflexión final, Beduyetti resaltó el impacto positivo del movimiento feminista:

“No solo contamos femicidios. El feminismo ha salvado vidas a través de la ESI, de redes de acompañamiento, de la denuncia de abusos. Ha protegido a mujeres y niñeces víctimas de violencia. Esa es una construcción histórica que nos antecede a todas”.

Reclamos al municipio
La jornada también incluyó un fuerte reclamo al municipio de El Bolsón por el vaciamiento de la Dirección de Género y Diversidad.

“Estamos interpelando al poder municipal. Esta área es fundamental y debe fortalecerse, no desmantelarse. También exigimos el cese de la violencia laboral contra las trabajadoras de esa dirección”, concluyó Contreras.

10 años de Ni Una Menos: una década de grito colectivo
El movimiento Ni Una Menos nació el 3 de junio de 2015 como respuesta al femicidio de Chiara Páez, una adolescente de 14 años asesinada por su novio en Santa Fe. Esa primera marcha fue el punto de partida de un movimiento federal, autoconvocado y profundamente político que, desde entonces, no ha dejado de crecer.

A lo largo de estos 10 años, Ni Una Menos visibilizó la violencia de género estructural, impulsó debates en los medios, las calles y el Congreso, y fue clave para la sanción de leyes como la Ley Micaela y la legalización del aborto en 2020. La consigna se expandió por América Latina y el mundo, transformándose en un emblema global de lucha feminista.

Hoy, una década después, los nombres de Otoño, Carolina y Lucinda resuenan como recordatorio de las vidas que faltan. Pero también como motores de una lucha que, pese a los retrocesos y resistencias, sigue construyendo memoria, justicia y futuro.



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